Los doce líderes independentistas acusados por el proceso soberanista catalán que derivó en la celebración del 1-O y la declaración unilateral de independencia de Cataluña. | Pool

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La sala del Tribunal Supremo que ha juzgado el «caso procés» tiene previsto publicar su sentencia entre este lunes y el martes, tras haber decidido por unanimidad condenar a los líderes independentistas por un delito de sedición, en concurso con otro de malversación.

Según han informado fuentes jurídicas, aunque cabe la posibilidad de que la notificación de la sentencia se retrase al martes -con lo que coincidiría con el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys-, la intención inicial de la sala es cerrar definitivamente el fallo mañana y comunicarlo a las partes.

La expectación ante la histórica sentencia contra los doce líderes independentistas es máxima, al tiempo que arrecian las críticas por las filtraciones de los últimos días sobre el fallo, lo que ha llevado al presidente de la sala, Manuel Marchena, a advertir que «todo está abierto» hasta que lo firme el último magistrado.

Fuentes jurídicas consultadas por Efe han apuntado que la sala, en una decisión unánime, ha decidido descartar el delito de rebelión, por el que la Fiscalía pedía entre 16 y 25 años de cárcel, y decantarse por el de sedición que plantea la Abogacía del Estado, castigado con penas de hasta quince años de prisión.

Al exvicepresidente Oriol Junqueras y a los exconsellers Joaquim Forn, Josep Rull, Jordi Turull, Raül Romeva y Dolors Bassa, el tribunal tiene la intención de condenarlos por sedición en concurso medial con un delito de malversación, por haber financiado a través de sus departamentos los gastos del referéndum.

Al tratarse de un concurso medial, la pena de malversación -que en su modalidad agravada puede alcanzar los ocho años de prisión- no se sumaría a la de sedición, pero sí incrementaría la inicialmente prevista para este delito.

La malversación, por el contrario, no podría aplicarse a Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, los «Jordis», ni a la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, dado que ninguno de ellos tenía responsabilidades vinculadas a la gestión de los fondos públicos con los que, según las acusaciones, se financió el referéndum del 1-O.

Los otros tres acusados, los exconsellers Santi Vila, Carles Mundó y Meritxell Borràs, serán previsiblemente condenados solo por un delito de desobediencia, que no acarrea penas de cárcel.

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La notificación de la sentencia, cuyo impacto en las filas independentistas y la vida política española marcará las precampaña del 10N, se espera para entre mañana y el martes, aunque, en el peor de los escenarios manejados por el Supremo, no puede descartarse que se aplace a más allá del 16 de septiembre.

Los magistrados se habían marcado esa fecha como día límite para hacer público el fallo para evitar una previsible prórroga de la prisión provisional a los «Jordis», que este miércoles cumplirán dos años en preventiva.

Casi el mismo tiempo que lleva Oriol Junqueras y Joaquim Forn, desde el 2 de noviembre de 2017, unos meses más que los exconsellers Raül Romeva, Jordi Turull, Josep Rull, Dolors Bassa y la expresidenta del Parlament Carme Forcadell, ellos desde el 23 de marzo de 2018.

Inhabilitaciones

Al margen de las condenas, el otro asunto relevante serán las inhabilitaciones que el tribunal imponga a los acusados, que pueden bloquear seriamente sus carreras políticas sin poder aspirar a ejercer cargo público alguno. Para algunos podría ser 'una muerte política', si bien fuentes jurídicas explican a Efe que ese capítulo está en un segundo plano y los acusados no están preocupados ahora mismo por ese escenario.

Fuera del estricto ámbito jurídico, capítulo aparte merece la acogida que tenga la sentencia en Cataluña por parte de los partidos y entidades independentistas, que llevan tiempo preparándose para un fallo que prevén condenatorio.

Más allá de las protestas y movilizaciones que se sucederán a lo largo de los días (incluida una huelga general el 18), desde el Govern, su president Quim Torra ya ha avalado abiertamente la «desobediencia civil» y ha abogado por una respuesta firme y serena desde el Parlament, pero sin salirse del terreno del «voto y la palabra».

Y fuera de Cataluña, en Waterloo (Bélgica), Puigdemont dice estar preparado si, tras la sentencia, el juez instructor, Pablo Llarena, reactiva la euroorden contra él.