Los animalistas se fijan en la gran divergencia de criterios que cohabitan en el ordenamiento jurídico español con respecto al bienestar y a los derechos de los animales. | Teresa Ayuga

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El partido animalista se ha propuesto aprovechar la «creciente sensibilidad de la sociedad española hacia el resto de especies animales» con un objetivo muy claro: alcanzar una ley que aporte un marco general con la premisa clara y sencilla del maltrato cero.

La disparidad entre las leyes autonómicas de protección de los animales es un hecho constatado que no siempre repercute en el bienestar de los más débiles. Por ello desde Pacma han iniciado su campaña 'Ley Cero', que hasta el momento ha logrado la adhesión de más de 200.000 personas, entre ellas caras conocidas, como por ejemplo la periodista Julia Otero.

«Un cazador puede acribillar a tiros a un perro o a un gato abandonados en Castilla La Mancha, aunque en Andalucía sería sancionado. Un gallo puede ser obligado a pelear por su vida contra otro gallo en un rincón cualquiera de cualquier municipio canario, pero en Galicia está prohibido», describen los animalistas para poner encima de la mesa la gran divergencia de criterios que actualmente cohabitan en el ordenamiento jurídico español con respecto al bienestar y a los derechos de los animales.

Asimismo, exponen que el aumento de las denuncias por maltrato animal que se experimenta en todos los territorios que conforman España sin excepción «obligan a adoptar un proyecto que unifique en todo el territorio la normativa legal para proteger a los animales y eliminar cualquier obstáculo a la hora de promover mejoras autonómicas y locales en aras de su bienestar».

Para los animalistas, su 'Ley Cero' se fundamenta en tres pilares básicos. De un lado promueve el fin del sacrificio de animales en las perreras, una de las reivindicaciones históricas del movimiento, del mismo modo que la prohibición de los circos con animales y el fin de las corridas de toros, ya que el hecho de que «el maltrato esté al servicio de la diversión no es propio de un país civilizado».