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El expresidente del Gobierno español Felipe González aseguró este sábado que él hubiera suspendido al Gobierno catalán por violentar la Constitución y el Estatuto de Cataluña tras aprobar las leyes de transitoriedad y del referéndum, y que hubiera tratado de evitar la vía judicial como respuesta.

González realizó estas declaraciones en un encuentro con periodistas en Berlín, donde participa en el 25 aniversario de la muerte del excanciller socialdemócrata alemán Willy Brandt.

El expresidente español criticó al Gobierno de Mariano Rajoy por no actuar y consideró que no hay motivos para solicitar una mediación internacional.

«Yo hubiera suspendido a los responsables que han violentado la Constitución y el estatuto de autonomía en sus funciones y hubiera tratado de excluir la vía penal y la vía de los jueces», aseguró González, que recalcó que sólo habla en su nombre.

Cuando el Gobierno de la Generalitat saltó «por encima de la Constitución y del estatuto en la forma y en el fondo», Madrid debía haber aplicado el artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía catalana.

Sin querer entrar en detalles ni hacer reproches al Gobierno de Rajoy, González lamentó no sentirse «representado» y tener cierto sentimiento de «orfandad», como cree que le sucede a muchos ciudadanos.

«No me siento representado. No me obliguen a votar en blanco. En crisis de estado yo quiero que me represente el Estado y no lo veo. No lo encuentro. Me da sentimiento de soledad. Podría fallarte tu propio partido, pero ese hueco debería llenarlo el Estado», indicó.

El expresidente afirmó que él apoyaría al Gobierno español «si el Gobierno hiciera lo que tiene que hacer» y añadió que el PSOE debería apoyar al Gobierno español si éste hace «lo que tiene que hacer».

«Me inquieta cuando Rajoy dice: 'No me obliguen a hacer lo que no quiero hacer', porque yo creía que le pagábamos para hacer lo que tiene que hacer», afirmó González.

A su juicio, debe haber consecuencias para quien «rompe la convivencia», porque tiene que «saber que hay un Estado de Derecho y un democracia que hay que respetar».

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Además, criticó la posibilidad, sobre la que se ha especulado en los últimos días, a raíz del referéndum del 1 de octubre, de una mediación internacional.

«No he oído una sola razón que la justifique», aseguró González, que calificó esta opción de «ruido de cascabeles» que interesan tan sólo a quienes no han respetado «el marco constitucional».

Sobre la actuación de las fuerzas de seguridad, comentó que «siempre es lamentable que haya heridos», pero subrayó que todos los cuerpos estaban actuando como policía judicial.

Por su parte, lamentó la pasividad de los Mossos, un cuerpo que en su opinión había tenido un comportamiento profesional «correcto durante mucho tiempo hasta que se han contaminado de la política equivocada de los representantes del Gobierno catalán».

González señaló que es «legítimo defender un proyecto independentista» pero «desde las reglas de juego», y apostilló que lo que «no es posible es imponer unilateralmente un proyecto a los demás violentando las reglas básicas de la convivencia democrática».

«El problema de Cataluña se puede resolver desde el respeto a las reglas de juego», subrayó el expresidente, que apostó por hacer primero una «petición formal» al Gobierno catalán para que vuelvan a la legalidad y luego abriría un diálogo.

«Uno puede querer cambiar la ley, y es legitimo, pero tiene que cambiarla por los procedimientos previstos por la ley», recalcó.

González destacó asimismo que, más allá de la crisis política, hay una profunda «ruptura de la convivencia en paz de los ciudadanos», algo que es aún más difícil de recomponer que la situación política «aunque recuperemos el respeto a la Constitución y al Estatuto de autonomía».

«La gente que se siente silenciada es creciente» a causa de la política nacionalista del Gobierno catalán, manifestó el expresidente.

Por último, con respecto al jugador del FC Barcelona Gerard Piqué, que ha defendido el «derecho a votar», González dijo que le encantaría explicarle que la Federación Española de Fútbol podría decidir unilateralmente cambiar las reglas del juego, pero que entonces quedaría excluida de las competiciones internacionales por no atenerse a las normas pactadas.