Desde la Comisaria General de Policía Científica saben bien que en este tipo de siniestros con múltiples víctimas la recogida de muestras es una trabajo fundamental.
Sólo en el último accidente aéreo con víctimas españolas -el vuelo de Air Algérie que se estrelló el 24 de julio al este de Mali con 119 fallecidos (seis españoles, que eran la tripulación)- los efectivos franceses y la Policía recogieron sobre el terreno más de un millar de vestigios humanos.
Como en este accidente, todo apunta a que los restos que se vayan recuperando en los Alpes franceses estarán muy fragmentados y dispersos, según los expertos que ven como único punto a favor el frío de la montaña y, por lo tanto, la conservación de las muestras.
El comisario jefe de la Unidad Central de Identificación de la Policía Nacional, Juan Antonio Rodríguez San Román, explica que España cuenta con un protocolo de actuación en sucesos con víctimas regido en un real decreto.
Una norma que fija el trabajo de coordinación entre forenses y policías para identificar a los fallecidos de forma objetiva en una catástrofe.
Y para ello se pueden emplear tres métodos: las huellas dactilares, los perfiles de ADN o los odontogramas (la dentadura).
Rodríguez explica que las huellas es la técnica más rápida y frecuente, en tanto que no se necesita comparar con nadie salvo con el DNI de las víctima. De esta forma se recogen las huellas de los dedos índice derecho e izquierdo y se comprueba con las del documento de identidad.
«Si hablamos de restos se recurre normalmente al ADN», continúa el comisario jefe, que detalla que se extrae el perfil genético de esa muestra y se coteja con el de los familiares, en el que también hay un orden de prevalencia «porque no todas valen para hacer una identificación plena».
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