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La mujeres reclutadas por Estado Islámico (EI) «van engañadas» hacia Siria o Irak acompañadas por un hombre, que les retira el pasaporte, «y se terminan convirtiendo en prisioneras de los reclutadores y ya no pueden dar marcha atrás. Es tristísimo».

La fiscal Dolores Delgado, coordinadora de asuntos de terrorismo yihadista en la Audiencia Nacional, hace esta reflexión en una entrevista con Efe en la que explica el fenómeno del reclutamiento por parte del EI de mujeres, de cuyas terribles consecuencias se supo más esta semana tras la detención de una joven marroquí residente en España que quería llegar a Siria con su hijo de tres años, al que hacía repetir frases como «degüello al Policía y voy».

«El Estado Islámico, como una parte más de su provocación a Occidente, quiere tener a sus mujeres. Se está atrayendo mucho a mujeres occidentales. Son mujeres europeas, de Marruecos también, pero con una vida muy occidental, y están siendo atrapadas», advierte Delgado.

La captación se realiza, fundamentalmente a través de internet, «con mensajes en muchos casos superadores de lo que la sociedad occidental les ofrece y además muy teleridigidos, con una campaña de marketing brutal. Se les está dando una ideología, un barniz ideológico que siempre resulta atractivo. Te están ofreciendo una vida idílica, no el paraíso en el otro mundo, sino el paraíso aquí», una vida familiar estable «con un hombre joven, que va a cuidar de ti, y vas a tener hijos».

Una vez allí, les ofrecen ingresar en las denominadas «brigadas femeninas que ha creado el Estado Islámico y dentro de las brigadas hay muchas labores que hacer puedes escoger desde costura, logística (dar alimentos...), hasta ponerte un cinturón bomba e ir a matar».

«Juegan también con el papel de la mujer, que viene de unos espacios muy machistas incluso en Occidente, y les dan un rol y un protagonismo allá donde van para integrarse en estas brigadas».

Según Delgado, el EI ha aprovechado el activo de las mujeres porque generalmente «somos entregadas, nos motivamos enseguida, arrastramos a una familia o podemos crear una familia, servimos para un montón de cosas... desde matar, coger un arma, hasta fregar o ser esclavas sexuales (...) utilizar el cuerpo de la mujer como el descanso del guerrero».

Frente a esta sinrazón existe una esperanza, y es que la fiscal ha sido testigo, a través de menores que han sido detenidas cuando trataban de unirse al EI, que existe «la posibilidad de desprogramar esa ideología» en la que se han visto atrapadas estas mujeres -y de las que le consta que muchas desearían regresar y no pueden- porque «no ha sido una ideología con sedimento de años sino que ha sido algo muy rápido».

Esto es así porque, según la fiscal, la actividad del EI responde a «un terrorismo muy exprés». «Se recluta exprés, se adoctrina exprés, te vas exprés, te adiestras exprés y eso también tiene la parte positiva para los que estamos al otro lado, que es la recuperación de la gente».

«Con una buena terapia, con un buen equipo como estamos viendo con algunas menores existe la posibilidad de esa desprogramación que es muy satisfactoria para todos, no solamente para las niñas, sino para la sociedad» porque «con estas acciones mejoramos la seguridad» tanto colectiva como individual.

Respecto al número de combatientes que se han integrado en el EI procedentes de España, que se llegó a cifrar en unos 36, Delgado recuerda que somos de los países europeos que menos activos tiene en sus filas «lo que no quiere decir que no lo intenten muchos y que no tengamos un problema como el resto», aunque no se atreve a dar cifras porque difieren según la fuente que las proporcione y no dejan además de ser estimaciones.

El motivo de que sean menor número los procedentes de España, Delgado lo explica en que en países como Francia o Bélgica, de donde han partido miles de combatientes, cuentan con segundas y terceras generaciones de musulmanes que han sufrido una «desestructuración personal y familiar», mientras en nuestro país son mayormente de primera generación, que «suele ser menos proclive a dar ese salto» y sitúa los principales focos, «evidentemente en Ceuta y Melilla», pero también los hay en Cataluña y en otros lugares «de la geografía española».

No obstante advierte de que muchos de estos futuros yihadistas «no salen o parten de su propio país, sino que del país de al lado», donde «están menos controlados o vigilados», argucia que habría empleado uno de los terroristas de París, Amedy Coulibaly, que antes de los atentados viajó a España con su mujer para facilitar desde aquí su viaje a Turquía y después a Siria.

Por ello destaca que la cooperación es fundamental «porque se mueven con mucha rapidez, porque las pruebas y los indicios están en muchos países y porque además lo que un país hace y lo que ha aprendido al investigar es necesario que lo compartamos».

Sobre la eficacia de la cooperación de Turquía en este escenario, Delgado opina que «están saturados», ya que es la entrada natural a Siria y eso les hace receptores de «un aluvión de comisiones rogatorias, peticiones de auxilio de cooperación internacional y no tiene capacidad para contestar a todas, es un poco inabarcable todo lo que esta ocurriendo en este momento».

«Quiero pensar que no es una falta de voluntad sino de poca capacidad de responder a tantas peticiones», concluye.