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Folclórica, «viuda de España», cantante, actriz y reina de la prensa del corazón, Isabel Pantoja ha sido una mujer con mil caras públicas y privadas y con una vida llena de luces y sombras, como la que le ha llevado a ingresar en la cárcel de Alcalá de Guadaira, en Sevilla.

La tonadillera fue condenada en abril del 2013 por la Audiencia de Málaga a dos años de cárcel por blanqueo de capitales dentro de la Operación Malaya, en un proceso en el que también fueron condenados, entre otros, el exnovio de la cantante y exalcalde de Marbella, Julián Muñoz y la que fuera esposa de este, Maite Zaldívar.

La tonadillera siempre ha proclamado su inocencia y ha insistido en la solvencia económica que tenía antes de conocer a Julián Muñoz, por su actividad artística y profesional

Además de por las noticias que han rodeado su ingreso en prisión, Isabel Pantoja ha sido noticia en los últimos meses por haberse convertido en abuela por segunda vez.

Su hija María Isabel Pantoja, Chabelita, tuvo un hijo el pasado mes de marzo en Málaga, fruto de su relación con Alberto Isla con el que, según anunció recientemente, ya ha roto. Desde que naciera el niño, Chabelita no ha dejado de ser protagonista de la prensa del corazón.

El pasado mes de agosto, la tonadillera anunció su nuevo espectáculo, «Hasta que se apague el Sol», suspendido por su entrada en prisión.

Desafiante con los medios, capaz de iniciar una gira en pleno revuelo por sus problemas con la justicia o de llorar desde el banquillo del juzgado porque acababa de ser abuela, Isabel Pantoja ha vivido una relación de amor-odio con su condición de folclórica mediática.

Siempre en el ojo del huracán, tanto por su éxito musical primero, como estrella de la crónica rosa después y, finalmente, como pieza de la corrupción política marbellí, Isabel Pantoja cantaba «Yo soy esa» en la película del mismo título de 1990, pero la amplitud y complejidad de aquél «esa» se ha revelado inmensa.

En paralelo a un éxito musical indiscutible, su vida personal empezó ya en 1983 a copar las portadas de la revistas del corazón al casarse con el torero Francisco Rivera «Paquirri», con quien tuvo a su hijo Kiko Rivera, «Paquirrín».

Un año más tarde, se convertía en la «viuda de España», al morir Paquirri en una corrida de toros, circunstancia que inspiró uno de sus grandes éxitos, «Marinero de luces», pero que le condujo también a los tribunales por problemas de herencia con la primera mujer del torero, Carmina Ordóñez.

Además, su comentada relación personal con la periodista Encarna Sánchez coronó su condición de reina de las portadas de la prensa rosa a principios de los noventa, insinuándose una relación homosexual entre ellas.

En 1996, Isabel Pantoja adoptó a su hija peruana, en un proceso que también acabó en los tribunales, esta vez en la Audiencia Nacional de Perú en 2002, tras publicar un diario que un asesor del expresidente Fujimori cobró 80.000 dólares por acelerarle el trámite de adopción. La polémica concluyó en 2003.

Un año más tarde, en 2004, resurgía «más moderna y más joven», según sus propias palabras, y feliz con su nueva pareja, el exalcalde de Marbella, Julián Muñoz. «Ha cambiado mucho mi vida y estoy muy feliz», aseguraba.

Sin embargo, esa época de felicidad en la que abrió el restaurante «Cantora», con el célebre «pollo a la Pantoja», pronto se convirtió en su peor episodio mediático y legal, que alumbró la frase: «Dientes, dientes, que es lo que más les jode», decía a Muñoz ante la prensa rosa.

En mayo de 2007, la crónica social y los titulares de los periódicos llegaron a confundirse al estallar el Caso Malaya. Pantoja fue detenida en su casa de Marbella y ya entonces, acusada de blanqueo de capitales, abonó una fianza de 90.000 euros para eludir la prisión.