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La madre de Teresa Romero y toda su familia en el municipio lucense de Becerreá han aguardado hoy a que los análisis realizados confirmasen que el cuerpo de la sanitaria gallega había vencido al ébola y que, más pronto que tarde, podrá salir de esa habitación de hospital en la que ha luchado a brazo partido con un virus que comprometió su existencia.

Una prima de Teresa, Carmen Rellán, que ha visitado constantemente a su tía en el municipio de Becerreá (Lugo) desde que la auxiliar de enfermería fue ingresada, reconoció que Jesusa Ramos ha pasado por una experiencia «horrible», y que solamente consiguió dormir «un poco mejor» en las últimas jornadas, al ver que su hija parecía tener un pronóstico favorable.

Le costaba a la madre de Teresa deshacerse de esa «angustia» que la ha acompañado durante las últimas semanas y, así, repetía una y otra vez que «no se quedaría tranquila hasta que los médicos dijesen que está bien». Jesusa Ramos espera ahora la oportunidad de hablar con su hija y de preguntarle directamente a ella cómo se encuentra.

Cuando se tuvo conocimiento de que la primera persona contagiada en Europa por el virus del Ébola era natural de Becerreá, la «preocupación» y la «inquietud» de la población estuvo a punto de «desbordarse», según ha explicado su alcalde, Manuel Martínez, porque la gente de este municipio de la montaña de Lugo se encontró de frente con un problema del que sólo habían oído hablar por los medios de comunicación.

Ese mismo día, fueron muchos los vecinos del municipio que llamaron al Ayuntamiento de Becerreá en busca de información.

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También los médicos del centro de salud de la localidad e incluso la Guardia Civil tuvieron que atender a residentes inquietos por la noticia que no dejaban de repetir los boletines informativos de todas las radios y televisiones.

Las primeras unidades móviles de los medios audiovisuales llegaron al pueblo y se instalaron frente a la casa de la madre de Teresa Romero, una persona mayor que se vio sobrepasada por los acontecimientos, lejos de su hija enferma y con una información más bien escasa sobre su estado de salud.

Entonces, el regidor local estalló y arremetió contra la actitud de las autoridades sanitarias por no haber comunicado de forma oficial al Ayuntamiento de Becerreá lo sucedido o, por lo menos, por no poner en antecedentes al personal del centro de salud de la localidad, para que tuviera información suficiente para tranquilizar a la población.

La serenidad, relativamente, retornó al municipio al día siguiente, cuando se pudo saber que Teresa Romero no había viajado a Galicia después de su contagio por ébola y, por lo tanto, no había podido transportar hasta la montaña de Lugo el temido virus.

Jesusa Ramos ha recibido una llamada cada jornada para explicarle cómo se encontraba Teresa y, poco a poco, las noticias sobre su progreso en la lucha contra el ébola se han ido tiñendo de un tono más optimista.

Hoy ha estado esperando esa llamada, la más importante: su hija ha vencido a una enfermedad que la tuvo entre la vida y la muerte.