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El Rey Don Juan Carlos (Juanito para sus familiares y amigos) nació en Roma de forma prematura, ochomesino, el 5 de enero de 1938, con España sumida en plena Guerra Civil, por lo que la noticia pasó casi desapercibida.

Le bautizó en una ceremonia familiar el cardenal Eugenio Pacelli, entonces secretario de Estado del Vaticano, quien sería elegido un año después Papa, bajo el nombre de Pío XII.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la familia decide trasladarse en 1942 a la neutral Suiza. En Lausana les esperaba la reina Victoria Eugenia, que había regresado allí tras la muerte de Alfonso XIII.

Con tan solo tres años, Juanito se convirtió en Príncipe de Asturias y con ocho le internaron en el colegio de los marianistas en Friburgo, el Ville Saint Jean, unos días antes de que sus padres, Don Juan y Doña María de las Mercedes, se instalaran en Estoril (Portugal) para estar más cerca de España en caso de que los aliados forzaran la salida de Franco quien, terminada la Guerra Civil, se resistía a restaurar la Monarquía.

La separación de su familia a una edad tan temprana marcaría para siempre su personalidad. Incluso el propio Don Juan Carlos reconocería a un diario alemán en 1978 que su ingreso en aquel internado fue «el adiós» a su niñez, como recoge el escritor y periodista Abel Hernández en su libro 'Despídete de tu madre y serás Rey de España'.

El enfrentamiento entre Franco y Don Juan no impidió en cambio que ambos pactaran el traslado del Príncipe Juan Carlos a España en 1948 para iniciar los estudios de Bachillerato. La noche del 8 de noviembre de ese año, el joven príncipe toma en Lisboa el tren Lusitania Express, que le llevaría por primera vez a España, un país del que tanto había oído hablar pero que nunca había pisado.

Allí estudió en la finca de las Jarillas, en los alrededores de Madrid, junto a un selecto y reducido grupo de otros ocho estudiantes. Pero un discurso de Franco en mayo de 1949 en el que aseguraba que sólo abandonaría el poder por «agotamiento o muerto» terminó con el internamiento de Juan Carlos en Las Jarillas, por decisión de su padre.

El conde de Barcelona accedería a que su hijo regresara a España para el curso 1949-1950 después de que el hermano de Don Juan, Don Jaime, recuperara los derechos dinásticos a los que le forzaron a renunciar por su condición de sordomudo.

PRIMER ENCUENTRO CON LA PRINCESA SOFÍA

En el verano de 1954, se produciría el primer encuentro entre Juan Carlos y su actual mujer, Sofía, a bordo de un crucero por el Mediterráneo, aunque esa primera presentación no tuvo consecuencia alguna. En 1955 ingresó en la Academia Militar de Zaragoza, iniciando así su formación militar y donde cumplió los 18 años.

Fue en las vacaciones de Semana Santa del 56 cuando se produjo el episodio fatídico de la muerte accidental de su hermano pequeño Alfonso. En la residencia familiar de Villa Giralda en Estoril, los dos hermanos juegan con una pistola, que se dispara y alcanza a Alfonso en la cabeza. Tras el entierro, el Príncipe regresa a España.

En 1960 acude por primera vez a la universidad, a la Facultad de Derecho, y en el verano de ese año vuelve a coincidir con Sofía de Grecia ('Sofi', para el Rey) durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Roma. Ambos empiezan a verse desde entonces con frecuencia.

En septiembre de 1961, un comunicado de la Casa Real de Grecia anuncia el compromiso matrimonial entre ambos. Recién casados, la pareja alternaba estancias en Estoril y Atenas hasta que en 1963 se instalan en La Zarzuela. A finales de ese año nace la Infanta Elena; dos años después, la Infanta Cristina, y en el 68 el Príncipe Felipe.

SUCESOR DE FRANCO, ENFRENTAMIENTO CON DON JUAN

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Franco comunicó a Juan Carlos en julio de 1969 que le iba a nombrar sucesor a título de rey, oferta que el príncipe aceptó, saltándose a su padre, que aún confiaba en reinar en España y quien se sintió traicionado por su propio hijo. Padre e hijo tardarían meses en recuperar la relación.

El 31 de octubre de 1975, con la salud de Franco en un estado ya irreversible, el Rey asume las funciones de jefe de Estado y preside el Consejo de Ministros, que se reúne por vez primera en Zarzuela. El momento coincidió con la crisis con Marruecos, que había iniciado la Marcha Verde para anexionarse el Sáhara.

El 22 de octubre de 1975, dos días después de la muerte de Franco, es proclamado Rey. A su coronación en la Iglesia de los Jerónimos acudió una nutrida representación internacional, entre ellos el vicepresidente de EEUU, el presidente francés, el duque de Edimburgo y el príncipe heredero de Marruecos.

Después de que el Rey pidiera la dimisión en julio del 76 al presidente del Gobierno Arias Navarro y designara a Adolfo Suárez como nuevo jefe del Ejecutivo se aceleran los cambios que transformaron a España en una monarquía democrática.

La forma en la que el Rey pilotó la Transición, convencido de que a él no le correspondía gobernar, sino ser el monarca de todos los españoles, y el papel que jugó frente a la intentona golpista del 23-F consolidaron su figura, que durante añs gozó de gran popularidad y aceptación.

Para una mayoría de la sociedad española, el Rey ha sido garante de la unidad de España y el mejor embajador en el extranjero, con capacidad de hacer gestiones y resolver conflictos con los países iberoamericanos, las monarquías árabes y con Marruecos.

Su imagen no se había resentido hasta tiempos recientes, como reflejó la encuesta del CIS de octubre de 2011, un deterioro al que contribuyeron posteriormente la imputación de su yerno Iñaki Urdangarin en un caso de corrupción y su polémico viaje de caza a Botsuana.

UNA CAÍDA QUE HUNDE SU IMAGEN

En abril de 2012, con España sumida en una profunda crisis, la prima de riesgo desbocada y los rumores arreciando acerca de un posible rescate económico, la sociedad española descubre primero estupefacta, luego enojada, que su Rey se ha marchado de viaje de caza a Botsuana, acompañado de su amiga Corinna zu Sayn-Wittgenstein, con la que se le atribuye una relación sentimental.

La noticia salta porque en ese viaje Don Juan Carlos se rompe la cadera y tiene que regresar de urgencia a España para ser operado. Al abandonar el hospital, se produce un hecho inédito. El Rey pide perdón: «Lo siento. Me he operado. No volverá a ocurrir».

Sus operaciones sucesivas, que ha ido encadenando en los últimos tres años y le han obligado a reducir su actividad oficial, tampoco contribuyeron a que el Rey fuera recuperando su imagen, superada en términos de popularidad por la Reina y el Príncipe.

A pesar de que los rumores sobre su próxima abdicación eran recurrentes en los últimos tiempos, un portavoz del Palacio de la Zarzuela negaba rotundamente en enero de 2013 que al Rey se le hubiera pasado por la cabeza abdicar. En su último mensaje de Nochebuena, Don Juan Carlos manifestó su determinación de continuar al frente de la Corona con «ejemplaridad» y «transparencia».

Lo cierto es que fue el propio Rey el que alimentó los rumores en torno a su abdicación con un comentario en un corrillo con periodistas en la recepción con motivo de la Fiesta Nacional del año 2010, donde sugirió que tenía ganas de que el Príncipe le diera el relevo porque 35 años de reinado eran muchos.

Aquel comentario se interpretó como una broma, pues los portavoces oficiales del Palacio de la Zarzuela repetían una y otra vez que no había «ninguna operación de abdicación en marcha». Meses después, el Príncipe aseguraba a un grupo de periodistas en Zarzuela, con motivo del 25 aniversario de su jura de la Constitución, que se veía preparado para la sucesión, que en todo caso no veía cerca.