African migrants sit on top of a border fence between Morocco and Spain's north African enclave of Melilla during their latest attempt to cross into Spanish territory, April 3, 2014. Spain has more than doubled the strength of security forces at Melilla, after about 500 people stormed its fences in the biggest border rush for years earlier this month. Immigrants from all over Africa regularly dare the razor-wire fences of Spanish enclaves Ceuta and Melilla, which are surrounded by Moroccan territory and sea | STRINGER

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Un grupo de 27 inmigrantes pasaron buena parte del día de ayer encaramados en lo alto de la valla de Melilla, tras un intento de entrada de 200 subsaharianos. Aunque fueron deponiendo su actitud a lo largo del día, se resistían a bajar para ser entregados a Marruecos, ya que al no superar las dos vallas, no se considera que han entrado en España. Sin embargo, fueron entregados a las fuerzas de seguridad de Marruecos.

La Guardia Civil mantuvo durante todo este tiempo un amplio dispositivo en la zona por la que a primera horas de la mañana se produjo el intento de avalancha frustrado, en los Pinares de Rostrogordo, ya que ninguno de ellos logró pasar. Solo en un caso, a un inmigrante que sufrió una lipotimia cuando se encontraba en lo alto de la valla, se le permitió entrar en Melilla por razones humanitarias, para ser atendido en el Hospital Comarcal.

Repelidos

El intento se registró en la zona cercana a los Pinares de Rostrogordo cuando más de 200 subsaharianos se dirigieron al mismo tiempo hacia la doble valla, primero queriendo superar a las fuerzas de seguridad de Marruecos y posteriormente a las españolas, «pero fueron repelidos» por los militares marroquíes, mientras 25 se habían subido a lo más alto del último obstáculo que les quedaba para alcanzar suelo español y dos a una farola.

Sin embargo pasadas las 17.00 horas, 18 de ellos bajaron tras permanecer en algunos casos hasta ocho horas subidos a la alambrada mientras nueve aún se resistieron a descender, pero a las 19.00 horas ya no permanecía ninguno de ellos en esta postura de fuerza. La Guardia Civil, además de intentarles convencer de que desistieran de su actitud, les fue proporcionando a lo largo de todas estas horas agua para que no se deshidratasen.

Por último, la prensa que se encontraba en la zona cubriendo el suceso en el lugar de los hechos fue desalojada cuando aún quedaban nueve en lo más alto de valla, al tratarse de una «zona de seguridad».