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Un estudio elaborado por la investigadora del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC (IEGD) Amparo González-Ferrer para Fundación Alternativas eleva a 700.000 la cifra de españoles que han emigrado con la crisis económica, frente a los datos oficiales, que estiman en 225.000 los nacionales que se han marchado entre 2008 y 2012 porque «subestiman sustancialmente» este fenónemo.

«Aunque desde el Gobierno se ha minimizado la magnitud de la nueva emigración española y se han usado eufemismos como 'movilidad exterior' para referirse a él, aludiendo al 'espíritu aventurero de nuestros jóvenes' como una sus causas, es evidente que la emigración de españoles, sin ser masiva, está aumentando con y por la crisis», afirma.

El informe se basa en la comparación de los datos de inmigración de los países de destino con los que ofrecen las fuentes españolas, fundamentalmente el Padrón y el Censo de españoles residentes en el extranjero (PERE y CERA), la Estadística de Variaciones Residenciales (EVR) y de Población Actual (ePOBa) del INE y la Estadística de Migraciones.

Así, descubre que los datos de Reino Unido y Alemania, dos de los cinco países de destino preferente de la emigración desde España, «indican no sólo que los que están emigrando son muchos más de lo que dicen las cifras españolas sino que además, su número no deja de aumentar».

Principales destinos, Alemania y Reino Unido

En este sentido, destaca que mientras la estadística española dice que han salido con la crisis 19.074 no alemanes rumbo a este país, allí el recuento de inscritos procedentes desde España en el mismo periodo eleva la cifra a 85.397 personas, cinco veces más. Además, mientras en 2008 por cada diez españoles que llegaban a Alemania se producían 11 regresos al país, en 2014 sólo volvían cuatro por cada decena que se instalaban allí.

En el caso de Reino Unido, ocurre algo similar. Mientras la Estadística de Variaciones Residenciales dice que 20.998 personas han emigrado a este país entre 2008 y 2012, allí tienen contados a 112.980 españoles que han solicitado en el mismo periodo el número de registro (National Insurance Number) que necesitan para poder trabajar: 5,4 veces más.

El informe recuerda que España ha pasado de ser el decimocuarto país emisor de emigrantes laborales a Reino Unido en marzo de 2010 a convertirse en el sexto en 2010, el quinto en 2012 y el segundo en 2013, sólo por detrás de Polonia.

«Otros países afectados por la crisis como Grecia, Portugal o Italia también han experimentado un aumento de sus flujos de salida a estos países pero la inmigración española presenta tasas de crecimiento anual superiores al resto, sobre todo en el Reino Unido pero también en Alemania, desde 2012», explica.

En marzo de este año, la tasa de crecimiento de la inmigración española en Reino Unido fue del 50%, tras aumentar un 25% entre 2011 y 2012 y un 85 por ciento durante el año anterior. En Alemania, el incremento interanual fue del 16% entre 2010 y 2011; del 52% entre 2011 y 2012 y del 45% a 1 de enero de este año, conforme recoge el estudio.

La investigación aclara que «la práctica inutilidad» de las estadísticas españolas «no se debe a la falta de pericia del INE» sino a que el Padrón de Españoles de Residentes en el Extranjero «obliga a contabilizar como emigrante solo a quien puede demostrar que vivirá al menos un año en el extranjero y decide inscribirse». «Es el Gobierno a quien corresponde adoptar una definición diferente», afirma.

«No es todo fuga de cerebros»

«Teniendo en cuenta el tamaño del sub-registro en nuestras cifras, es más que probable que la emigración de españoles al exterior desde que empezó la crisis sea una cantidad por encima de las 700.000 personas y no tan sólo las 225.000 contabilizadas por las fuentes que publica el INE», explica el informe. Con todo, aclara que «ni todas encajarían en lo que se denomina fuga de cerebros ni todas se van a quedar fuera para siempre».

Según los datos que recoge la investigación, la mayoría de los emigrantes españoles pertenecen al grupo de edad entre 24 y 34 años aunque su peso relativo, como el de los jóvenes entre 18 y 24, se ha reducido desde 2008, en favor de la emigración de personas entre 35 y 54 años de edad. «Todo ello sugiere la creciente laboralización de los flujos españoles de emigración desde que comenzó la crisis», explica.

En cuanto al posible retorno de estos emigrados, el informe explica que «podría ser bastante elevado» porque la mayoría de los que se marchan «son bastante jóvenes» y por tanto, «tienen suficiente tiempo por delante para empezar una nueva vida si retorna, la mayoría no tienen aún familia que les 'ate' en el país de destino y tendrán mayor facilidad para reintegrarse en el mercado de trabajo español» a su vuelta.

Con todo, señala que «lo habitual» es que la aventura migratoria se prolongue por varios años: «sólo entre un 20 y un 50 por ciento volverían en los cinco años siguientes a su marcha y el resto, si lo hace en algún momento, lo hará pasados esos años». Los que suelen regresar antes son los emigrantes de estudios y quienes más tarde lo hacen son los que tenían motivaciones políticas para irse.

El informe explica que «quienes intentan quitar dramatismo al fenómeno» aducen que las fuentes de estos países ofrecen una imagen «exagerada» porque incluyen toda la migración de ciclo corto y estacional y porque incluye a los inmigrantes nacionalizados españoles que re-emigran a otros países y argumenta que en cualquiera de estos casos, dibuja una realidad con consecuencias importantes para España.