El candidato del PSOE para las elecciones del 20-N, Alfredo Pérez Rubalcaba, durante la entrevista que concedió hoy a la Cadena Ser. | Carlos Montes de Oca

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El candidato socialista a la Presidencia del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, considera que para decidir a quién votan el 20-N los españoles pueden comparar su experiencia de gobierno y de gestión de crisis con la del 'popular' Mariano Rajoy: «Tienen que decidir si votan al señor Rajoy que se enfrentó a la crisis del Prestige o me votan a mí que me enfrenté a la de los controladores. Ahora decida usted».

Rubalcaba se ha expresado así en una entrevista en la Cadena Ser recogida por Europa Press en la que ha asegurado no compartir la opinión del expresidente del Gobierno Felipe González, que el domingo apuntó que para el PSOE «no estaría mal» tener en la próxima legislatura los mismos escaños que tiene el PP en ésta, 152 frente a 169 del PSOE.

«Naturalmente que no lo firmo. Yo voy a salir a ganar las elecciones», ha replicado. El aspirante socialista ha reconocido que «no es fácil» pero ha dejado que claro ve «alguna» opción de ganar el 20-N. Así, ha subrayado que él hará un programa «para gobernar» y con la marca «PSOE-Rubalcaba».

De cara a la cita electoral, ha subrayado que la situación actual obligará a los candidatos a detallar sus propuestas --"no basta con decir voy a bajar los impuestos», sus compromisos presupuestarios y sus prioridades. «La decisión fundamental es que hace falta alguien para conducir un momento difícil de la historia de España, de Europa y del mundo», ha señalado.

ADMITE DISCUSION SOBRE CONSTITUCIONALIZAR LA AUSTERIDAD

En este contexto, ha vuelto a defender la reforma de la Constitución aprobada el viernes pasado por el Congreso y ha reconocido que puede haber «discusión» sobre el procedimiento de aprobación, o incluso sobre si la estabilidad presupuestaria debe estar incluida en la Carta Magna.

Sin embargo, ha recordado a los partidos que votaron en contra de la reforma, o que prefirieron no votarla, que el principio de estabilidad presupuestaria rige en España desde el Tratado de Maastricht, de 1992 y, además, que todos ellos lo apoyaron en una ley orgánica en 2006.

Es más, ha reprochado a las minorías de izquierda que digan ahora que la estabilidad presupuestaria «ahoga» las políticas sociales, recordándoles que en 2006 «toda la izquierda» apoyó el principio, y lo hizo «desde la izquierda», precisamente para oponerse al «déficit cero» que propugnaba entonces el PP --que no votó a favor de aquella ley--.

Sobre el procedimiento, ha insistido en que él lo hubiera hecho de otra manera, hablando la reforma con los grupos parlamentarios y procurando un «debate social más sosegado» para que «la gente lo entendiera», aunque ha reconocido que el proceso no habría podido dilatarse apenas.

En todo caso, ha dejado claro que entiende al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero --que optó por acordar la reforma en primer lugar con el PP--, porque el mes de agosto fue muy complicado y un acuerdo entre los dos grandes partidos sirve al objetivo principal de la reforma, que es dar «confianza» sobre la solvencia de España.

En ese sentido, ha concretado que la reforma debe servir como una «vacuna», una «protección» frente a la posibilidad --que reconoce como muy probable-- de que la inestabilidad financiera siga en septiembre, un mes en el que los mercados mueven mucho más dinero que en agosto y en el que además hay circunstancias excepcionales, como que Italia tiene que emitir mucha deuda porque debe mucho dinero».

TERMINAR COMO GRECIA SERIA «TERRIBLE»

Así, ha dejado claro que se prevé un otoño «muy difícil» y que el Gobierno quiere «proteger» a España y conjurar cualquier riesgo de poder verse como Grecia, el primer país que fue intervenido y que ahora sufre una recesión del 5 por ciento, con recortes de sueldos, pensiones, sanidad y educación y despidiendo funcionarios.

Rubalcaba ha dejado claro que ese riesgo de intervención «no existe» para España «en ese momento» y que «no es pensable que eso pase» porque los «fundamentales» económicos son buenos, pero ha añadido: «Todo lo que hagamos para que eso no llegue nunca a plantearse es poco, porque eso es terrible».