El papa Benedicto XVI hace su entrada por la puerta de la Gloria momentos antes de la celebración de la misa de dedicación del templo de la Sagrada Familia. | Efe

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El Papa finalizó ayer su visita a España con la misa de consagración de la Sagrada Familia de Barcelona, en una ceremonia en la que aprovechó la simbología de este escenario para condenar la eutanasia y el aborto, así como para abogar por la familia y los matrimonios heterosexuales. Benedicto XVI finalizó una visita de dos días a España que comenzó en Santiago de Compostela y culminó ayer en Barcelona con una ceremonia de despedida con la presencia de los Reyes y del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Benedicto XVI ofreció ayer un claro mensaje sobre la defensa de los valores de la familia que defiende la Iglesia católica, y quiso escenificarlo ante las miles de personas congregadas en la Sagrada Familia para asistir a la misa de consagración de este símbolo religioso y a la vez icono universal. Horas más tarde, en la ceremonia de despedida y ante los Reyes y el presidente del Gobierno, remarcó su mensaje al anunciar que rezará para que «todos los pueblos de España» reciban los «dones celestiales» que les ayuden «a vivir como una sola familia».

La jornada que vivió Barcelona con la visita papal, un hecho que no se producía desde 1982, comenzó cuando a las nueve de la mañana el Papamóvil partía del palacio episcopal entre los vítores de cientos de ciudadanos. El recorrido hasta la Sagrada Familia se desarrolló sin incidentes y al llegar al Templo se produjo un breve encuentro con los Reyes en un ambiente de «proximidad y afecto», según explicaron Efe fuentes de la Casa del Rey.

Las 22 horas del Papa en Barcelona combinó el carácter ceremonial de la misa de la Sagrada Familia con otro marcadamente emotivo durante la visita esta tarde a la obra benéfico-social del Nen Déu, donde se produjeron escenas de cálida complicidad entre el Pontífice y los niños discapacitados y sus familiares.

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En su homilía, en la que ha alternado el castellano y el catalán, el Papa condenó con firmeza la eutanasia y el aborto, pidiendo a los estados que la natalidad sea «dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente». También pidió apoyo del Estado para los matrimonios entre un hombre y una mujer, así como medidas económicas y sociales para que «la mujer encuentre en el hogar y el trabajo su plena realización».

Respeto a la vida

Tras la misa, a la que asistieron unas 8.000 personas dentro del templo y unas 50.000 fuera, el Papa visitó la obra benéfico-social del Nen Déu, donde ha destacado los «formidables» avances de la sanidad en el cuidado de los más débiles, pero ha defendido que los nuevos desarrollos tecnológicos «nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana».

Ya en su discurso realizado antes de embarcar en dirección a Roma en el aeropuerto de El Prat, el Papa ha querido «abrazar a todos los españoles» y, aunque ha lamentado que en esta ocasión tan sólo haya visitado dos ciudades, ha recordado que el próximo año estará en Madrid para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud.

Por su parte, el Rey agradeció las «numerosas muestras de generosidad hacia España» del Papa, así como sus palabras «llenas de esperanza en que es posible un mundo mejor», y subrayó que la aportación del Cristianismo es «clave para entender la personalidad histórica» de este país.