Un partidario de los toros se enfrenta a los abolicionistas reuindos frente a la Monumental. | Reuters

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Taurinos y antitaurinos volvieron a manifestar sus diferencias ayer intercambiando insultos e improperios frente a La Monumental de Barcelona, donde se celebraba la primera jornada taurina tras la decisión del Parlament de prohibir las corridas de los toros en Catalunya a partir de 2012.

Una treintena de antitaurinos se manifestaron frente a la plaza de toros, mientras otra treintena de aficionados a la fiesta hacían lo propio en la acera de en frente.

«Es una provocación que vengan a manifestarse cuando ya han conseguido lo que querían», dijo el portavoz de la Plataforma en Defensa de la Fiesta, Luis Corrales, que aseguraba que «hemos perdido esta batalla, pero la guerra continúa».

«Estaremos aquí hasta que dejen de torturar animales», respondía el organizador de las concentraciones, Lluís Villacorta, que se manifestaba con el cuerpo pintado de rojo, como lleva haciendo durante los últimos seis años.

Pocos aficionados

Mientras que en el exterior de La Monumental el ambiente era tenso, aunque sin incidentes, dentro de la plaza se respiraba tristeza e indignación.

Los aficionados, que ocupaban menos de media plaza, entre ellos algunos turistas, se pusieron en pie cuando la banda interpretó el himno de Catalunya gritando «libertad, libertad» en cuanto aparecieron las cuadrillas.

Antes de que las cuadrillas rompieran filas tras el paseíllo, el altavoz de la plaza anunció que «los profesionales de la tauromaquia manifestamos nuestro rechazo a la decisión del Parlament y pedimos que cese la manipulación política de la fiesta». «Exigimos garantías para ejercer el derecho al trabajo y el derecho a asistir a un espectáculo que forma parte de nuestra tradición y nuestra cultura. ¡Por la libertad! ¡Viva la fiesta taurina!», concluyó la proclama.

Los diestros Juan José Padilla, Curro Díaz y Miguel Tendero fueron los encargados de lidiar los toros de Valdefresno y Fraile Mazas, en una jornada taurina marcada por la sensación de fin de fiesta y en la que muchos aficionados se vistieron de negro como signo de duelo «por la muerte del toreo».

«Los toros damos las gracias a Cataluña... pero seguimos sufriendo. España, ¡Ayudadnos!», se podía leer en la pancarta que portaba una joven que gritaba «asesinos» a los aficionados a los toros congregados en la acera contraria.