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El presidente catalán, Pasqual Maragall, admitió ayer que pudo «decir alguna palabra que no tenía que decir» al insinuar que CiU cobraba el 3% en las obras públicas, una explicación que no ha satisfecho al líder de la federación, Artur Mas, quien le ha exigido una rectificación «en toda regla».

«Yo lo que estoy pidiendo en España y en Cataluña muy en particular es que las midamos (las palabras). Efectivamente, todo el mundo puede no haberlas medido, y yo me incluyo entre los que probablemente en alguna ocasión he podido decir alguna palabra que no tenía que decir», ha afirmado tras ser preguntado sobre el rifirrafe dialéctico con Artur Mas.

Mientras que ERC e ICV han visto el gesto de Maragall como un avance para bajar la tensión política, el líder del PPC, Josep Piqué, no lo ve suficiente y ha asegurado que «forzará una moción de censura» contra el presidente catalán si los grupos del tripartito no aceptan un pleno extraordinario en el que explique las alusiones al cobro de comisiones.

En una entrevista en el Canal 10 de la televisión de Uruguay, donde se encuentra de visita oficial, Maragall ha admitido que «probablemente en alguna ocasión he podido decir alguna palabra que no tenía que decir», en una alusión indirecta a sus palabras durante el pleno sobre la crisis del barrio del Carmel del pasado jueves.

Las explicaciones de Maragall no han satisfecho a Mas, quien las ha calificado de «media rectificación» y ha considerado que «no sirve» para cerrar la crisis política en Cataluña.

Mas ha insistido en que el presidente catalán debe «pedir perdón en toda regla» por el «daño» provocado y ha añadido que esa «grave» insinuación «no se arregla a base de medias palabras o medias tintas», por lo que CiU sigue dispuesta a presentar esta semana una querella contra Maragall si antes no se ha producido una «disculpa pública y sin matices».

Por su parte, el portavoz parlamentario de ERC, Joan Ridao, ha asegurado que «valoramos positivamente que en las últimas horas Maragall haya admitido su error, aunque lo haga con la boca pequeña», y ha destacado el «afán conciliador» que suponen sus comentarios desde Uruguay.