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Apuntó con la mano a los tres jueces de la Sección Tercera de la Audiencia Nacional y simuló que les disparaba una vez a cada uno. El etarra Iñaki Bilbao reincidía así en la conducta delictiva por la que estaba siendo juzgado ayer, tras amenazar del mismo modo al juez Baltasar Garzón el 17 de marzo de 2003, cuando el magistrado instructor le interrogó en su despacho como presunto asesino del concejal socialista de Orio (Guipúzcoa) Juan Priede, perpetrado en marzo de 2002.

Tras expulsar de la Sala a Bilbao, tomó la palabra la fiscal Dolores Delgado, que solicitó la deducción de testimonio del acusado sobre lo recogido en el acta del juicio por sus manifestaciones y gestos ante el tribunal, por si los mismos pudieran constituir un nuevo delito de amenazas. El etarra ya se enfrentaba a dos años de cárcel y doce de inhabilitación por esta causa, cuyo juicio quedó ayer visto para sentencia, tras amenazar del mismo modo a Garzón.

Al iniciarse la vista oral del juicio al etarra, el presidente del tribunal, Antonio Díaz Delgado, preguntó al procesado si oía bien dentro del habitáculo de cristal blindado que le separaba del resto de asistentes. Bilbao respondió alegando que no reconocía al tribunal, que todo era una farsa y que se a ir de allí «por las buenas o por las malas». A continuación, levantó la mano como si fuera una pistola y simuló descargarla contra los tres magistrados que componen la Sala.

La causa por las amenazas sufridas por el titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 fue señalada con celeridad en la Audiencia Nacional debido a que Garzón, que compareció ayer como testigo, dejará nueve meses su puesto para ampliar en Estados Unidos sus estudios relacionados con la lucha antiterrorista.

Garzón señaló a la Sala que se remitía a lo que ya declaró sobre este incidente ante el Juzgado Central de Instrucción número 3, al cual se dirigió el 17 de marzo de 2003 tras producirse la amenaza de Bilbao. Concretó que el etarra le apuntó dos veces con su mano simulando que disparaba un arma, aunque no recuerda si la amenaza verbal se la profirió en la primera o en la segunda ocasión.