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El marroquí Mustafá Zanibar, en prisión por su supuesta relación con una de las células islamistas desarticuladas por el juez Baltasar Garzón en la «operación Nova», fue hallado ayer muerto por funcionarios de la prisión de Zuera (Zaragoza), colgado de un cinturón en la ducha de su celda.

Antes de que Garzón ordenara su detención en la prisión por su presunta vinculación con una de las células terroristas desarticuladas en la «operación Nova», el marroquí cumplía ya una condena de 29 años de cárcel por quemar vivo a un compatriota en El Ejido (Almería) en 1994.

Según informó ayer la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, el cuerpo sin vida de Zanibar fue encontrado por los funcionarios que le llevaban la comida a su celda, al encontrarse éste, como todos los presos islamistas, en un módulo de aislamiento.

Al asomarse a la mirilla de la puerta de la celda, los funcionarios no pudieron verle y al entrar le hallaron colgado de la ducha por un cinturón, por lo que se sospecha que podría tratarse de un suicidio.

El pasado 25 de noviembre, Zanibar ingresó en la prisión de Zuera, a donde fue trasladado desde el centro penitenciario de Nanclares de Oca (Alava) tras su implicación en la «Operación Nova» junto a otros presos islamistas.

El 11 de julio de 2003 llegó a la prisión de A Lama (Pontevedra) procedente de la cárcel salmantina Topas, donde según el juez Garzón se gestó una célula islamista que pretendía atentar contra la Audiencia Nacional. Zanibar fue uno de los presos que festejó los atentados del 11 de marzo pasado en Madrid e invitó a sus compañeros de módulo a café.