El propulsor de 1,5 l. está acompañado de un propulsor eléctrico. Gracias a ambos se consiguen unas prestaciones excepcionales

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Amediados de 2017 se puso a la venta un renovado MINI Countryman que en su momento supuso otra mirada hacia delante de la marca alemana, ya que es un modelo capaz de ofrecer a sus clientes una mayor practicidad gracias a un pequeño aumento de las medidas exteriores e interiores del vehículo. Esto consigue que cinco pasajeros puedan ir más cómodamente sentados, sin renunciar a un maletero de generosas dimensiones.

Este modelo que probamos hoy, el híbrido enchufable, pertenece a esta segunda generación de este ‘todo camino’ del segmento B, cuya primera aparición en el mercado fue en el año 2010 y que tan interesante es como concepto para sus usuarios.

La marca alemana, forzada también por toda la política medioambiental, lleva ya un tiempo apostando fuerte por otros modos de ahorro energético en su marca emblema, BMW, con vehículos entre los que cabe destacar la serie i, con los modelos i3 e i8, y siguiendo por todos los híbridos enchufables.

Estéticamente, el MINI Countryman híbrido enchufable se caracteriza por incorporar unos faros delanteros más o menos cuadrados, que incluye la luz diurna led que envuelve las tulipas, acompañados de una parrilla negra de generosas dimensiones. De la parte posterior podemos destacar la doble salida de escape, además de las letras del modelo dispuestas en la parte inferior del maletero. En el lateral lleva una trampilla más que el modelo ‘normal’, que es la que se enchufa a la corriente. Y la ‘S’ de la parte delantera, en lugar de ser roja, es amarilla.

El motor es realmente un portento en todos los aspectos. Equipa un propulsor de gasolina de 1.499 cc, y otro eléctrico. Conjuntamente dan una potencia máxima de 224 CV y permite que el vehículo ofreca unas prestaciones más que notables, a pesar de que la carrocería del modelo no parezca que esté hecha para ir rápido al ser bastante alta.

También contribuyen notablemente a una mejora en las sensaciones los diferentes modos de conducción, que es como si tuvieras tres coches en uno solo. Con el modo Sport las prestaciones deportivas se multiplican exponencialmente.

En carretera se comporta muy bien en cualquier circunstancia, a lo que ayuda, sin duda, el hecho de tener tracción a las cuatro ruedas, que en curva se nota muchísimo, sin la más mínima tendencia subviradora.

Así, tarda sólo 6,8 segundos para acelerar de 0 a 100 Km/h en el modo Sport, que es donde el vehículo saca revoluciones de donde parece que no las hay.

El consumo es otro de los apartados donde el motor demuestra su gran eficiencia, si bien las cifras recogidas siempe son con las baterías del motor eléctrico cargadas. Los 2,4 litros anunciados por la marca, nosotros los hemos elevado sólo hasta los 3,4, que también es una gran marca.

El interior es otro de los aspectos que ha sufrido grandes cambios, ya que se asemeja en prácticamente todo al resto de la gama MINI. El marcador en sí es de dimensiones reducidas gracias al semicírculo del cuentarrevoluciones adosado al cuentakilómetros parcial.

En este último se encuentra una pequeña pantalla con información básica, que se ve complementada de forma perfecta con la que aporta la pantalla central, redonda y táctil, en la que se pueden controlar muchas aspectos de la configuración del vehículo y ver las indicaciones del GPS.

Incluso el anillo también aporta información al conductor, al cambiar de color dependiendo de las funciones que estemos manejando en ese momento.

El interior en sí es bastante amplio, ya que cinco adultos pueden viajar dentro sin problemas. Las tres plazas posteriores tienen bastante espacio para las piernas, aunque el túnel de la transmisión es un poco molesto.