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Carlos García-Vadillo es el propietario de este magnífico Mercedes 220 SE de 1960 que tiene un curioso pasado, ya que viajó desde Alemania a África y desde el continente africano hasta nuestra Isla. Carlos nos cuenta que el primer propietario del coche fue un funcionario español destinado en Guinea Ecuatorial, entonces colonia española, hasta el momento de su independencia en 1968. Ese mismo año, y cuando los funcionarios del estado Español tuvieron que dejar la antigua colonia, el coche viajó con su dueño hasta Mallorca, donde fue adquirido por un comandante de Aviación Civil, que lo matriculó de nuevo. El coche perteneció a este segundo propietario hasta 1982,. Fue una época de pocos kilómetros, dada la geografía de la Isla, pero donde la climatología hizo mella en su carrocería y además tuvo alguna que otra avería. Aquí es donde entra en acción nuestros interlocutor, Carlos, que fue el que compró el coche y se decidió por hacerle una restauración integral.

RESTAURACIÓN
Como Carlos no es mecánico, puso el coche en manos de un experto, llevándolo a un concesionario Mercedes para que fuera sustituyendo todas las piezas que fueran necesarias para dejarlo en perfectas condiciones. No fue una tarea fácil, pues en aquella época no había tanta tecnología como ahora y las piezas tardaban en llegar más de lo que uno desearía, ya que hubo que buscarlas por varios países de Europa y España. Pero tras un largo año de espera el vehículo estaba en perfectas condiciones para poder disfrutarlo.

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La verdad es que el coche tiene una historia bonita, no sólo por su pasado colonial africano, sino por que puede presumir de ser uno de los pocos vehículos que ha viajado en avión, en concreto en dos ocasiones, hasta Barcelona. El viaje lo hizo en un Carvair, una versión de carga del Douglas DC 4 que cubría la ruta entre las Islas y la Península. Estos aviones estaban operados por la compañía Iberia. Se les conocía coloquialmente como «el armario» y disponían de una gran compuerta frontal que permitía cargar cinco vehículos y acomodar a 23 pasajeros a bordo.

UNA MARAVILLA
En cuanto vehículo, decir que Mercedes hizo un buen trabajo con él. En 1962 con muy pocas modificaciones fue capaz de proclamarse campeón del Rally de Montecarlo, superando a muchos otros modelos deportivos y con una mayor experiencia en el mundo de las carreras y preparados para este tipo de competiciones.

Un año después dos pilotos suecas consiguieron con un modelo como este ganar la Vuelta a Argentina. Fueron algunas de las apariciones en la competición, ya que el coche estaba hecho para el disfrute de sus dueños y para ello su interior estaba cubierto del mejor cuero de la época y una buena radio para hacer más placentero el camino. Monta un motor de inyección mecánica, heredada del Gaviota, lo que le permite mantener una velocidad de crucero muy alta para la época acercándose a los 200 kilómetros por hora en carreteras que distaban mucho de las actuales. Es un vehículo con una gran adherencia en las curvas y una gran estabilidad que le permite llegar a estas velocidades que son más propias de nuestro siglo que del pasado.