El propulsor de este modelo de 150 CV ofrece unas prestaciones de lo más interesantes y un comportamiento en carretera muy efectivo | Miquel Àngel Llabrés

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La quinta generación del Opel Astra –conocida internamente como Astra K– se puso a la venta en 2016 y ha tenido una gran aceptación el mercado español. Se trata de un compacto con una gama compuesta por dos carrocerías: la que salió al principio, la de cinco puertas de 4,37 metros; y posteriormente se empezó a comercializar el familiar, denominado Sports Tourer, de 4,70 metros. Por ahora no hay ninguna versión disponible de 4 puertas ni de tres (coupé).

En 2018, Opel ha decidido simplificar la oferta de acabados y los redujo a tres: Selective, Dynamic y el más deportivo, denominado GSi Line. Este último supone un guiño a las siglas deportivas que tanta importancia tuvieron en la década de los 90, hasta el punto que hizo más que sombra a los todopoderosos Golf GTI. Posteriormente fueron sustituidas estas siglas por las de GTC y OPC, que ahora han pasado a mejor vida.

Cabe decir que estas siglas GSI no han supuesto cambios sustanciales exterior ni interiormente en el vehículo. La palabra ‘line’ al lado de GSI quizá es la culpable de ello, porque en la versión 1.6 de 200 CV estaría muy bien que tuviera el arrope de espóilers, llantas de 16” o 17”, alerón posterior y alguna entrada de aire.

La parte delantera imcorpora unas tulipas muy del gusto europeo, más bien discretas, aunque tecnológicamente es donde la marca alemana ha echado el resto con unos faros tipo led que iluminan perfectamente de noche, con diferentes variantes de iluminación.

DISEÑO
La parte posterior va muy a conjunto con la delantera con unos faros también modernos, de dimensiones más reducidas, rasgados y con iluminación led, cosa que no sucedía en los anteriores modelos.

En este ocasión, la versión que hemos probado equipaba el propulsor 1.4 Turbo de gasolina con 150 CV de potencia. Este motor, ya de entrada nos ha sorprendido gratamente por su finura y por ser de lo más silencioso, tanto en ralentí como en orden de marcha.

El motor entrega potencia desde bajas revoluciones, con marchas más bien largas, aunque donde más se nota la potencia es entre las 3.000 y las 4.600 vueltas, que se muestra muy activo, lo que le da un ‘punch’ más deportivo que les faltaba a las versiones sin turbo.

Los 8,5 segundos que tarda para pasar de 0 a 100 Km/h o los 215 Km/h de velocidad máxima son cifras que denotan la cierta deportividad de este modelo, aunque con piel de discreto ‘cordero’. Esta reducción de cilindrada también redunda en favor del consumo, que ahora es bastante más contenido.

Los 5,1 litros que anuncia la marca de media, en nuestro caso han subido hasta los 6,2, que sigue siendo una muy buena cifra porque la hemos conseguido sin tener muy en cuenta el tipo de conducción para conseguir un consumo bajo.

El comportamiento en carretera es bastante bueno en cualquier circunstancia gracias a la adopción de unas suspensiones de lo más ajustadas con las que se muestra bastante ágil y no tiende a subvirar ni a sobrevirar en absoluto.

INTERIOR
El interior es otro de los aspectos que la marca alemana cuida mucho en los modelos de última generación. Desde siempre se había criticado mucho el hecho de que tuviera una gran cantidad de botones en la consola central, una cosa que se ha solucionado en esta última versión, donde sólo se encuentra la pantalla central (táctil en esta ocasión) y los botones de la climatización.

Los comandos de la radio y de otros aspectos básicos del vehículo se manejan desde la pantalla táctil y son bastante intuitivos.

El interior ha mejorado también las calidades de los acabados y la imagen visual de los diferentes elemenbtos, aunque hay que comentar que el anterior modelo ya incorporaba unos materiales de nivel superior.