Un SUV con grandes dotes de deportividad. | Miquel Àngel Llabrés

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Acaba de ponerse a la venta este nuevo Infiniti QX30, que es prácticamente el mismo vehículo que el Q30, pero con mayor altura, neumáticos de perfil más ancho y más embellecedores / protectores que le dan un aspecto más SUV, que es lo que se pretende con este modelo. Recordemos que la marca Infiniti es japonesa y que la creó en su momento Nissan para denominar a sus vehículos más lujosos y que no fue hasta 2008 cuando la marca anunció su aterrizaje en Europa. Desde su llegada al viejo continente se ha ido afianzando con un índice de ventas cada vez más alto, y con el nuevo QX30 piensa seguir batiendo sus récords de ventas.

El QX30, de igual forma que el Q30, deriva directamente del Mercedes GLA, con el que comparte elementos importantes, aunque también les separan otros también básicos, como veremos.

Estéticamente, el frontal destaca por tener parrilla de doble arco con malla tridimensional. El diseño de los faros LED con apariencia de ojo humano puede verse desde la parte frontal y lateral del vehículo al igual que las luces traseras visibles desde todos los ángulos. La vista lateral se ve acentuada por el diseño del montante C con forma de media luna, y por la evolución de la línea de los hombros del modelo que recorre toda la longitud del coche.

MOTOR
La unidad que hemos probado en esta ocasión es la que contaba con el motor 2.2 d de 170 CV de potencia, un propulsor diésel de 2.143 cc, que va asociado a una caja de cambio automática. Se trata de un motor con unas prestaciones suficientes para circular a un ritmo bastante alto sin problemas. Así, para acelerar de 0 a 100 Km/h tarda 8’5 segundos y su velocidad máxima es de 215 Km/h.

Cabe decir que el cambio de marchas automático, con levas en el volante, es muy efectivo y le proporciona un brío extra. Este elemento es muy útil si nos interesa que el QX30 se desplace con mayor eficacia por la carretera a ritmo más alto sin problemas.

Otro hecho destacable del motor es su máxima eficiencia, que se traduce en unas cifras de consumo de lo más comedidas, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un propulsor de cilindrada bastante alta. Los 4’9 litros anunciados por la marca se han convertido en 5’8 al conducirlo nosotros, una cifra que tampoco está nada mal.

La circunstancia de ser un vehículo más alto le resta un poco de dinamismo respecto al Q30, aunque no dificulta su entrada en las curvas. La incorporación de la tracción a las cuatro ruedas en todo momento hace que la seguridad se vea reforzada.

Las suspensiones tienen bastante juego, lo que le proporciona un gran confort de marcha y favorece que en las curvas también tienda un poco al balanceo, sin que eso signifique que tienda a subvirar ni a sobrevirar en ningún momento.

El interior vuelve a apuntar directamente a Mercedes, sobre todo la parte que engloba el marcador, ya que es prácticamente la misma que la del modelo alemán, con una pantalla central de lo más interesante. En la consola central sí que se ven más diferencias, ya que Infiniti se ha decantado por una pantalla encajada en el conjunto, sin que sobresalga, cosa que sí pasa en los Mercedes.

El confort es otra de las grandes máximas de la marca japonesa, con unos materiales de primer orden donde los plásticos no tienen cabida. Prácticamente todo el interior se encuentra forrado de piel y materiales nobles.
Las plazas posteriores son suficientemente amplias para cinco adultos, aunque el puente central dificulta un poco su posición.

El maletero, con 430 litros de capacidad y fácil acceso, permite que podamos poner objetos voluminosos con gran facilidad favoreciendo su polivalencia.