La marca japonesa ha apostado por primera vez por un motor turboalimentado, con el que se consiguen ni más ni menos que 310 CV. | Miquel Àngel Llabrés

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El primer Honda Civic en recibir el nombre de Type R fue presentado en 1997. Las siguientes generaciones de esta versión más deportiva hicieron su aparición en el mercado en los años 2001, 2007, 2011 y esta última versión de la que hoy presentamos la prueba, que llegó al mercado español a finales del 2015.

Uno de los grandes cambios de la última generación Type R es la potencia, ya que pasamos de 200 CV de la versión anterior para llegar a los 310 CV, con lo que nos hemos encontrado con el más radical de los que ha fabricado la firma nipona con diferencia.

Estéticamente, no hay duda de que la marca ha querido también materializar esta radicalidad, y lo ha conseguido sobradamente, con un diseño que no pasa desapercibido bajo ningún concepto. Las principales atributos estéticos que decoran al deportivo son los espóilers delanteros, laterales y traseros. El de la parte anterior está a ras de suelo (quizá demasiado), con los inconvenientes que supone a la hora de entrar en garajes o para superar algunos badenes.

Otro de los puntos a destacar del R Type es sin duda la parte posterior en su conjunto, que destaca por contar con cuatro salidas de escape de generosas dimensiones y un alerón prominente que, en cierta manera, recuerda a los míticos Ford Escort y Sierra Cosworth.

PROPULSOR
Ya hemos hablado un poco del motor, pero no hay duda de que este apartado daría para dos artículos enteros, porque es ahí donde la marca japonesa ha echado el resto para conseguir un vehículo que es la envidia de la práctica totalidad de sus competidores.

Por primera vez, la marca introduce un motor turboalimentado, cosa que están haciendo últimamente la gran mayoría de marcas en sus vehículos de gasolina. Con este nuevo propulsor 2.0 VTEC turbo de inyección directa consigue los 310 CV de potencia a 6.500 vueltas y ofrece 400 Nm de par entre las 2.500 y las 4.500 rpm. desarrollados por Honda bajo la serie Earth Dreams Technology.

El corte de inyección es bastante anterior a lo que suelen ser los automóviles de Honda, ya que la luz roja empieza en las 7.000 vueltas.

Por una cuestión de pesos y de prestaciones la marca japonesa ha optado por un cambio de marchas manual de 6 velocidaes en lugar de optar por un cambio automático con levas en el volante, que tampoco le hubiese ido nada mal.

En la prueba, la verdad es que las prestaciones no han decepcionado en absoluto; se trata de un motor que sube muy fácilmente de vueltas, con un soplido del turbo que le aumenta este carácter deportivo. Los números de las prestaciones hablan por sí solos, con los 5’7 segundos que tarda para pasar de 0 a 100 Km/h y los 270 Km/h de velocidad máxima. En las recuperaciones el motor también se comporta muy bien, ya que tarda muy poco en volver a subir de vueltas.

Aunque parezca mentira, en el consumo también tiene buenas cifras, tratándose de un vehículo de 310 CV, ya que los 7’3 litros de media nosotros los hemos subido hasta prácticamente 10, que es una cifra muy notable, teniendo en cuenta sus prestaciones.

El interior acompaña al conjunto, con unos asientos tipo backet, de color rojo, que sujetan perfectamente el cuerpo del conductor en cualquier circunstancia. Además cuenta con detalles de fibra de carbono y metálicos que le acaban de dar ese punto deportivo.

El marcador es muy parecido al del modelo del que deriva, aunque la iluminación en rojo al apretar el botón R+ le da un toque diferenciador. La información digital también cambia en virtud del tipo de conducción escogida.