Germán Mangas, junto a su Citroën 2 CV Azam de 1963, un coche que a sus 53 años conserva todo su encanto. | M. À. Cañellas

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Germán Mangas es un jubilado que nunca pensó que sentiría pasión por los coches clásicos. Nos contaba que sí que le hacia ilusión poder hacerse con un Seat 600 para cuando se jubilase y mira por dónde acabó haciéndose con un Citroën 2 CV. Germán no es un coleccionista, como nos decía, simplemente le hacía ilusión tener un coche de la época de los sesenta o setenta para cuando se jubilase y poder disfrutar con él dando largos paseos, a velocidades de la época, es decir no más de noventa kilómetros por hora.

El vehículo es el modelo Azam de Citroën 2 CV de 1963, que llegó a España en la época de 1966 proveniente de Bélgica, donde comenzó a fabricarse este modelo que tiene un caballo fiscal más de los dos que tenían estos modelos de la casa francesa. Este vehículo tenía de particular que aumentaba la cilindrada de su motor hasta los 600 cc. Este modelo comenzó a fabricarse en España en la factoría de Vigo entre los años 1966 y 1972, cuando salieron los últimos ejemplares de esta clase. Sobre cómo adquirió Germán el coche, nos comenta que «el coche era propiedad de un amigo mío que lo había heredado de su tío, pero lo tenía totalmente olvidado en el campo debajo de un porche sin más cuidados. Tenía la intención de llamar a un chatarrero para que se lo llevara y entonces aparecí yo y decidí quedármelo, aunque sabía que tenía que trabajar duro para dejarlo en perfecto estado».

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UN 600, SU COCHE PREFERIDO

No era su ideal el tener este coche, pues le gustan más los 600, pero cuando le regalaron éste, un amigo suyo se lo quiso cambiar por un 600 y entonces decidió que era mejor quedárselo y ponerse manos a la obra para dejarlo inmaculado. Y así empezó todo, se puso a trabajar y durante cinco años lo desmontó pieza por pieza y fue reparando lo que era necesario, tanto de mecánica como de chapa y pintura, aunque, eso sí, conservando la esencia del vehículo y todas sus piezas originales. Cinco años después Germán descubrió lo bonito que es poder circular con un coche así sin prisas y disfrutando del placer de conducir y de la admiración de los que te ven pasar. Además, ha descubierto que hay otra gente que comparte la misma pasión que él y por ello se afilió hace un mes a la asociación que hay en Mallorca de la marca francesa. Ahora sólo que queda disfrutar del vehículo todos los años que pueda.