Un gran deportivo con vocación ecológica. | Miquel Àngel Llabrés

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El BMW i8 es un coche espectacular, no sólo en cuanto a diseño, sino también lo es en cuanto a concepto de automóvil, en el que se combina perfectamente la deportividad y la conducción ecológica, aunque parezcan en principio conceptos antagónicos. Este modelo fue presentado en el Salón del Automóvil de Fráncfort en 2009, aunque no fue hasta 2014 cuando empezó a producirse en serie.

Estéticamente destaca por contar con una parte delantera de lo más afilada, al más puro estilo de los deportivos tipo Lamborgini, con los faros delanteros muy rasgados, en los que destaca la iluminación diurna tipo led. Las tulipas van rodeadas de espóilers y faldones prácticamente hasta el suelo. Visto lateralmente, el i8 cuenta con una aerodinámica realmente espectacular, agudizada por el hecho de ser bastante bajo.

La parte posterior se caracteriza por unos faros con un diseño irregular, realmente atractivos y originales. Es como si estuviesen divididos en dos partes, lo cual le queda muy bien. Curiosamente, no cuenta con un alerón, más bien lleva una especie de protuberancia en la parte posterior.

MOTOR
En cuanto a la motorización, ésta es sin duda una de las grandes apuestas de la marca, ya que cuenta con un propulsor de gasolina biturbo de 3 cilindros y 1,5 litros, con tecnología TwinPower Turbo, y un propulsor eléctrico con una batería de ión-litio que se puede recargar en una toma de corriente doméstica. Se puede decir que es el primer deportivo con motor downsizing del mercado.

Este motor, situado sobre el eje trasero, rinde 231 CV. Junto a él, hay un paquete de baterías de iones de litio y un motor eléctrico que se encarga de recargar la batería, arrancar el motor de gasolina y compatibilizar éste con el otro motor eléctrico cuando funcionan juntos, que rinden un total de 362 CV.

Este segundo motor eléctrico está situado bajo el capó frontal y ataca al eje delantero. Eso significa que, cuando funciona en modo 100 % eléctrico, el i8 se mueve con tracción delantera. El motor de gasolina, por su parte, sí acciona el eje posterior y, cuando los dos funcionan al unísono, traccionan ambos ejes.

El deportivo se puede conducir con tres modos diferentes; en el modo eléctrico (Eco-Pro), se pueden hacer según la marca unos 37 km y es muy adecuado para usarlo en ciudad, ya que el consumo de gasolina es inexistente. En el modo Comfort, en el que funcionan los dos propulsores (térmico y eléctrico), se puede usar perfectamente por autopista y carretera y la media del consumo llega a los 5 litros, que es muy baja.

En el modo Sport, sólo con el motor de gasolina, se oye el rugido del motor en la parte posterior del vehículo y las sensaciones son de auténtico deportivo, aunque no sea un vehículo tan contundente como lo puedan ser un Porsche, por ejemplo.
El acceso a las plazas delanteras no es uno de los aspectos que se suelan tratar en una prueba, aunque en este caso es necesario, ya que el hecho de que las puertas se abran hacia delante y hacia arriba penaliza sobre la maniobra de entrar, que necesita algún que otro ensayo. El interior es de lo más futurista, con un cuadro de mandos totalmente digital, con pantalla en la consola central y con unos materiales de primera calidad, donde los plásticos no tienen cabida, como no podía ser de otra manera.