Pedro Mas, a los mandos del Citroën 5 Cabriolet en la playa de Ciutat Jardí. | M. À. Cañellas

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Pedro Mas es el flamante propietario de un Citroën 5 Cabriolet de 1924, un vehículo que perteneció a su suegro, Antonio Oliver, que lo tuvo hasta su muerte pasando luego a las manos de Pedro. El vehículo está en perfectas condiciones, ya que Antonio Oliver lo sometió a una profunda restauración en los años 80 dejándolo como nuevo.

Se trata de un coche de dos plazas con cinco caballos de potencia y que cuenta con una cilindrada de 650 cc y tres velocidades. Oficialmente podría alcanzar los 60 kilómetros por hora, aunque Pedro comenta que «su marcha ideal es no superar los cincuenta kilómetros por hroa». En cuanto al consumo, unos seis litros de gasolina. Es un coche ideal para dos personas con amplios asientos de una sola pieza y una capota abatible.

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El panel de instrumentos es tan rudimentario como el coche, apenas algunos interruptores. Una curiosidad es que tiene el pedal del acelerador entre el embrague y el freno. El Citroën 5 fue el primer vehículo francés construido en gran serie, con el que André Citroën pretendía democratizar el automóvil en Francia, imitando el éxito del Ford T en Norteamérica.

Diseñado por Edmond Mollet, por sus características utilitarias, pretendía llenar el vacío entre el autociclo y el verdadero y propio automóvil ligero. Su bajo precio y su gran fiabilidad explican su enorme éxito popular. Del Citroën 5 HP se construyeron cinco versiones. En 1922 aparece el Torpedo 2 plazas, primera versión, y en 1923, el Cabriolet.