Crece el riesgo de transmisión de enfermedades de animales a humanos en Baleares

El calentamiento global y la transformación del suelo rural en residencial favorecen su propagación

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La salud humana está directamente conectada con la salud animal, de forma que proteger a los animales es proteger también a las personas. Lo aprendimos a las malas con la pandemia de la COVID 19 que mató a 29 millones de personas en el mundo. Cada 6 de julio se celebra el Día Mundial de la Zoonosis coincidiendo con el aniversario de la primera inoculación de la vacuna de la rabia, que realizó Lois Pasteur en 1885.

Baleares fue declarada territorio libre de Rabia en 1978, tres años después de que se registrara el último caso endémico en España. No obstante, los casos de entrada de animales portadores de la rabia en Europa demuestran que sigue existiendo un riesgo real y que no se puede bajar la guardia. La alta movilidad y la globalización juegan a favor de las zoonosis. La última muerte por rabia registrada en España fue la de un residente que se contagió mientras hacía turismo en Etiopía. Falleció hace un mes en Valencia.

Los expertos advierten de que en Baleares se dan varios factores que favorecen la propagación de las zoonosis y obligan a extremar las medidas de prevención. «La sociedad cada vez hace más excursionismo y entra más en contacto con la naturaleza facilitando el contagio de enfermedades zoonóticas.

«El caso más paradigmático de una enfermedad zoonótica es el del COVID. Aunque no conocemos la causa al 100 % la principal hipótesis es el consumo de proteínas de un animal silvestre en China. Un cambio de hábito alimentario o de estilo de vida puede hacer que animales y personas que nunca se habían encontrado, lo hagan y se produzca la transmisión», explica Miquel Àngel Miranda, profesor e investigador de Zoología de la UIB.

Al ser la presencia de los animales de compañía cada vez más frecuente en el entorno humano, es imprescindible que sus propietarios los tengan en las condiciones sanitarias más adecuadas para evitar problemas de salud en las personas con las que conviven o les rodean. En Baleares hay ya más mascotas que viviendas y más hogares con mascotas que con hijos.

La normativa autonómica obliga a vacunar a los perros de la rabia a partir de los 3 años de edad y se recomienda también la vacuna en los gatos y hurones que viven en las Islas. Existe un registro telemático de las vacunas realizadas y un protocolo de actuación en caso de ataques de animales a personas.

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No es la única zoonosis que preocupa en Baleares, un territorio de «alto riesgo» de transmisión de la Leishmania que se contagia por la picadura de la mosquita beateta. Es una de las enfermedades de transmisión de animales a humanos con más prevalencia en las Islas.

La red de vigilancia epidemiológica de Baleares detecta entre 30 y 50 casos al año. El 70 % cursan de forma leve en humanos con unas lesiones muy características en la piel que se tratan generalmente con buen resultado. No obstante hay una segunda clínica mucho más preocupante: la visceral. Ocurre cuando el parásito llega a la sangre y desde allí se extiende por el organismo. Los pacientes inmunodeprimidos y niños de corta edad son los que están más expuestos.

Además de los cambios de hábitos alimentarios o de comportamiento, en Baleares existe un riesgo añadido por los cambios en el uso del suelo. «La transformación de las zonas naturales en residenciales aumenta el riesgo de contacto con enfermedades zoonóticas», avisa Miranda.

No solo tendemos a ocupar cada vez más el suelo rural de Baleares, sino que lo hacemos en el peor momento. «El aumento de la temperatura favorece la transmisión de enfermedades vectoriales porque vectores como las beatetes tienen condiciones más adecuadas para vivir todo el año y las condiciones de temperatura favorecen la propia transmisión», explica el zoólogo.

Reservorios silvestres

El cuarto factor de riesgo está directamente relacionado con la gestión de las poblaciones silvestres de animales y su relación con las domésticas. Una muestra es la tuberculosis bovina. «Hay reservorios silvestres que entran en contacto con animales de producción y la pueden trasmitir a los ganaderos», dice el experto.

Un caso parecido es el de la gripe aviar. «Es trasmitida por aves silvestres a aves domésticas y de ellas puede pasar a las personas, por eso hay un programa de vigilancia a nivel europeo.

«Se hace detección activa y pasiva. Se analizan las aves para determinar la circulación de H1N5. Ha habido varios brotes importantes. En Baleares no hemos tenido casos clínicos hasta ahora, pero en la Península ya ha habido casos con mortalidad de aves. Puede transmitirse a los humanos», concluye el investigador de la UIB.