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Álvaro Moliner: tres generaciones vistiendo a falleras para cumplir sus sueños desde Valencia

Esta pyme nacida en 1939 confecciona indumentaria tradicional y mantiene desde entonces su esencia, reflejada en la búsqueda de la excelencia en la confección y una atención personalizada al cliente

Alejandro Moliner, gerente de la empresa en la tienda del Pasaje Ripalda | Foto: Banco Sabadell

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«Buenos días, vengo a recoger un cancán». No en cualquier comercio se escucha una frase así, pero es lo que ocurre una mañana de primavera en Álvaro Moliner. Una tienda elegante en una calle peatonal en pleno centro de Valencia.

Es un comercio espacioso, con tres plantas. En la de la calle y en el sótano se pueden ver telas con bordados floridos, mantones de todos los colores sobre las paredes, alpargatas plateadas o de flores. Los mostradores de madera de calidad, los techos con ornamentos dorados… todos los rincones respiran la elegancia de un comercio en el que se notan las décadas atendiendo a la clientela local. «Cuando empezó la empresa, se dedicaba más a tejidos en general, y tenía una pequeña sección de indumentaria valenciana. Con el tiempo, la indumentaria valenciana se ha comido el resto de las secciones y nos hemos especializado en eso», explica su gerente actual, Alejandro Moliner.

Mantones expuestos en la tienda del pasaje Ripalda.

Este negocio familiar nació en 1939. «Después de la guerra, el 12 de octubre, la fundó mi abuelo, Álvaro Moliner Villarroya. Lo describe como «un comienzo duro, porque la sociedad española estaba devastada. Poco a poco fue haciéndose un nombre y abriendo más tiendas, como esta en la que estamos ahora, en el Pasaje Ripalda, que nació en 1946», explica.

La firma llegó a exportar a toda España e incluso a Arabia Saudí. Pero en los años 70, la crisis del petróleo hizo estragos y le obligó a centrarse en esta tienda del Pasaje Ripalda y cerrar las demás. También en esa época falleció el fundador, y el negocio quedó en manos de la segunda generación Moliner. En las últimas décadas, la reinvención del negocio y su especialización en ropa tradicional le ha permitido recuperarse hasta llegar a ser «una de las empresas más importantes de indumentaria valenciana», cuenta su gerente actual.

Su vínculo con las Fallas

Este negocio no podría entenderse sin las Fallas. En torno a esas fechas, la tienda se llena tanto que tienen que poner una puerta como entrada y otra como salida para que sea posible atender a toda la clientela manteniendo el orden. Ese pico de trabajo no acaba en marzo: después de la fiesta valenciana por excelencia hacen rebajas hasta el 15 de mayo, por lo que la afluencia se extiende hasta entonces. Para el gerente de la firma, su vínculo con las Fallas es de ida y vuelta: «Las Fallas son nuestro negocio. Nos dan mucho y nosotros como empresa tenemos que devolverles todo eso que nos dan».

«Las Fallas son nuestro negocio. Nos dan mucho y nosotros como empresa tenemos que devolverles todo eso que nos dan»

Estas fiestas tradicionales han tenido un papel importante en la revitalización del sector textil en la zona. «Estamos moviendo una industria artesanal valenciana que, gracias a las Fallas y al amor que tiene esta gente por la fiesta, se mantiene viva», explica Moliner. El 90 % de sus proveedores son de la Comunitat: «Cuando alguien compra un producto aquí, está ayudando a familias y a empresas valencianas».

Alejandro Moliner junto a un traje de fallera confeccionado en el taller.

Con esos materiales locales, el equipo de Álvaro Moliner confecciona los trajes aquí mismo, en el taller situado en la planta superior de la tienda.

El probador como remanso de paz

Muchas veces, quien acude a comprar un traje acaba desarrollando un vínculo que va más allá de la relación de cliente y comerciante. «Cuando te vistes con la indumentaria tradicional estás guapo y lo pasas bien, se crea un vínculo muy importante», cuenta Moliner. «Mucha gente nos dice: Es que en el probador estoy a gusto. Creo que eso ayuda en este mundo de mucho estrés: somos su remanso de paz».

Ese vínculo a menudo se hereda de generación en generación. «Es muy bonito cuando viene una señora mayor y nos dice: Yo aquí me compré el traje de novia. O viene una chica más joven y dice: Mi abuela ya venía aquí», relata el gerente. «Nosotros hemos formado parte de esas historias familiares: eso se mantiene vivo gracias a comercios locales como el nuestro», apunta.

Detalle de traje de Álvaro Moliner

Historias familiares como la de los propios Moliner. «Yo he nacido aquí, he vivido aquí, mi padre también… Lo que es la familia va muy ligada a la firma», explica el representante de la tercera generación. Cada uno aporta lo suyo: «Actualmente yo soy el gerente, mi padre también lo fue y está a mi lado, ayudándome. Él aporta ese punto de experiencia y de sabiduría. Yo intento aportar ideas nuevas y estar ahí al pie del cañón. Creo que es un mix perfecto, con la experiencia y la frescura del año en el que estamos viviendo».

Muchas veces, quien acude a comprar un traje acaba desarrollando un vínculo que va más allá de la relación de cliente-comerciante

Para Alejandro, trabajar con su familia le aporta confianza y tranquilidad: «Siempre sabes que van a estar ahí. Eso te hace levantarte cada día y plantearte un reto nuevo». Un apoyo que percibe también de toda la plantilla que, en épocas de mucho trabajo, alcanza los 30 trabajadores. Cuando le preguntamos qué es lo menos ventajoso de trabajar en familia, lo tiene claro: «Llegas a casa y no desconectas. Te juntas un domingo, acabas hablando de trabajo y dices: Jolín, siete días a la semana», lamenta.

Apoyo indispensable para obtener financiación

Al trabajo de una familia dedicada a esta empresa y de una plantilla comprometida se suma el apoyo de aliados, como es el caso de su partner bancario. «Gracias a la ayuda financiera de Banco Sabadell, mi padre pudo formar este negocio y consolidarlo, incluso en un momento de crisis nacional. Eso nos ayudó a conseguir esta expansión», valora Moliner.

Trabajadores en el taller de Álvaro Moliner junto a su actual gerente.

Y es que el año pasado abrieron una nueva tienda, en la que dan el salto de la ropa a medida al prêt-à-porter. En ella también intentan dar más presencia a la moda masculina, que hasta el momento había estado en segundo plano, para responder a la tendencia actual de los hombres a cuidar más su imagen.

«Lo que nos importa es que a cada persona que entre a la tienda le demos lo mejor de nosotros y salga por la puerta feliz»

Con evoluciones como esta, Álvaro Moliner conjuga la innovación con la tradición, que es la principal seña de identidad de su negocio. Tradición, cercanía y trato personalizado que genera bienestar para la clientela, como explica su gerente: «Lo que nos importa es que a cada persona que entre a la tienda le demos lo mejor de nosotros y salga por la puerta feliz, porque, al fin y al cabo, estamos vendiendo felicidad y contribuyendo a los sueños de la gente».

Empresas con historia

El 98% del tejido empresarial en España son pymes. Negocios que, en muchos casos, se han transmitido de generación en generación. Y que, gracias a su permanencia, tienen un saber estar y una relación con sus clientes especial. Sus historias son las que cuentan lo que somos. A algunas de ellas se les hace un reconocimiento en ‘Negocios para siempre’, un proyecto que da viabilidad a negocios que representan una forma única de tratar el producto y relacionarse con sus clientes. Empresas que, como Banco Sabadell, mantienen la cercanía con el cliente, entienden sus necesidades y les escuchan cada día para ofrecerles la mejor respuesta. Aquí compartimos algunas de las historias que nos han maravillado.