TRIBUNALES

Más de dos años y medio de cárcel para la asesora fiscal que fingió su muerte tras cometer un fraude millonario

La procesada, de naconalidad alemana, se ha declarado culpable este lunes de administración desleal y falsedad documental

La acusada, en compañía de su abogado, llegando a la Audiencia de Palma | Foto: J.P.M.

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Inna Z., la asesora fiscal que fingió su muerte tras cometer un fraude millonario, ha aceptado este lunes en la Audiencia Provincial de Palma dos años y siete meses de prisión y el pago de multas de 1.350 euros tras declararse culpable de los delitos de administración desleal y falsedad documental. La acusada, que reside en Santa Ponça, consignó antes de la vista 1.550.000 euros de responsabilidad civil. Su hermana, también procesada, dio el visto bueno a tres meses de prisión.

La principal acusada, a la que se le apreció el atenuante muy cualificado de reparación del daño, esquiva la prisión al serle concedida, tras la petición de su abogado, Pedro Munar, la suspensión extraordinaria. Para ello no podrá delinquir en cinco años y tendrá que hacer frente al pago de una multa de 7.280 euros. La otra enjuiciada, asistida por el letrado Diego González, de igual forma no entrará en la cárcel.

Los hechos se remontan a 2020, cuando la asesora fiscal fue fichada como delegada de una importante empresa energética alemana con intereses en la Isla. Durante un tiempo, se apropió de elevadas cantidades de dinero que debían ir destinadas al pago de impuestos y finalmente fue descubierta y la acusaron de administración desleal y fraude millonario.

El 2 de noviembre de aquel año debía comparecer ante el Juzgado de Instrucción número 5 de Palma, en calidad de investigada, pero remitió un correo electrónico firmado por su hermana en el que se explicaba que había fallecido el 3 de marzo en un siniestro de circulación en la ciudad alemana de Rostock, en la costa Norte.

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Para confirmar la noticia aportaron un certificado de defunción: «Lamentamos comunicar el triste fallecimiento de nuestra socia fundadora en un accidente de tráfico». Sin embargo, los acreedores, que ya sabían de la capacidad imaginativa de la sospechosa, no se creyeron aquel relato y contrataron los servicios de la agencia de detectives Cabanach, que detectó que Inna seguía activa en alguna redes sociales. O alguien había sustraído sus claves y había suplantado su identidad, o la ‘fallecida’ estaba muy viva.

Los investigadores privados fueron estrechando el cerco y descubrieron que residía en una urbanización de lujo de Santa Ponça. Se había cortado el pelo y se había cambiado el color, para modificar drásticamente su apariencia, pero llevaba una vida a todo tren. Visitaba tiendas de lujo en el Born, en Palma, y conducía un vehículo de alta gama. Además, tenía un coche en la parte de atrás de su casa listo para huir, por si aparecía la policía por la puerta. Que fue lo que ocurrió cuando la Guardia Civil recibió el informe de Cabanach y abrió una investigación contra la asesora fiscal alemana. En el registro de su casa se intervino documentación falsificada.

La investigación de los detectives para localizar a Inna se centró en un detalle: la mujer tenía un caniche gigante, un ejemplar poco habitual en Mallorca, y había subido imágenes de él a las redes sociales. Así pues, los investigadores privados comenzaron a rastrear algunas zonas costeras en busca del can, especialmente en Andratx y Calvià, donde sospechaban que ella se escondía.

Finalmente, repararon en un señor que paseaba a un ejemplar de estas características y cuya descripción coincidía plenamente con la del perro de las fotos. Tras seguir discretamente al varón, comprobaron que volvía a una lujosa casa de una urbanización de lujo de Santa Ponça. Días después, vieron salir de ese mismo domicilio a la presunta fallecida, que se iba con una bolsa de deporte al gimnasio. Fue detenida por la Guardia Civil y acabó derrumbándose: «Sí, soy Inna».