Sentida despedida a Andreu Moyà en Son Valentí

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De carácter afable y próximo, siempre atento con la prensa cuando se le requería, la figura de Andreu Moyà resulta impresdincible para entender la trayectoria de su hijo Carlos. De hecho, a los seis años se inició este último en el tenis al ver a su padre jugar sobre la tierra batida de las instalaciones del Gran Playa Tenis Club de la zona de la Platja de Palma, donde empezó a forjarse la leyenda de un deportista excepcional, guiado por la afición de sus padres, que acabó convirtiéndose en su profesión, ya que después de abandonar el circuito, pasó a ser entrenador de Rafael Nadal, persona y familia a la que estuvieron vinculados los Moyà, en especial en los inicios del 'manacorí', que tuvo en Carlos a un buen compañeros en sus inicios.

Andreu y su esposa fueron testigos directos de algunos de los grandes momentos deportivos de su hijo, Carlos Moyà. Tanto en la victoria en Roland Garros (1998) como en la consecución del número uno del mundo, meses después (1999) en Miami, además del triunfo en la final de la Copa Davis de Sevilla (2004). De la misma manera que disfrutó de su presencia y de sus nietos e hijos de manera intensa, de la mano de su inseparable Pilar, padres orgullosos de una leyenda del tenis a quien le brindaron siempre su apoyo incondicional, ayudándole en el momento de volar a Barcelona para seguir con su formación y cumplir el sueño que Andreu vio hacerse realidad: ser el mejor tenista del mundo.