Normalmente, los científicos siempre se quejan cuando se encargan de la gestión administrativa.
—Sí, la carga administrativa siempre supone una responsabilidad y, realmente, cuando ocupas un cargo de estas características no puedes dedicarte a la ciencia, que es lo que realmente me motiva y para lo que estoy formado. Habría que plantear que estas responsabilidades en organismos científicos recayeran en profesionales de la gestión. No obstante, para mí supone un reto. En principio, sólo seré director del Imedea durante los cuatro años establecidos. Hay posibilidad de una prórroga, pero bueno, ya veremos.
El Imedea cumple este año su 30 aniversario. ¿Qué balance se puede hacer?
—El Imedea es un auténtico referente de la investigación y los estudios medioambientales a nivel mundial. Es un centro puntero y eso sólo se consigue con esfuerzo: publicaciones, conseguir financiación para los proyectos, evaluaciones de las agencias de calidad y estamos acreditados como Unidad de Excelencia María de Maeztu. En el Imedea trabajan actualmente algo más de 200 personas, de las que casi 40 son plantilla del CSIC y de la UIB. El próximo 27 de junio haremos una celebración del 30 aniversario con las presencias previstas de la presidenta del CSIC, Eloísa del Pino, y de la presidenta del Govern, Marga Prohens.
¿Con qué instalaciones cuenta actualmente el Imedea?
—Con las tradicionales de Esporles, que suman más de 5.000 metros cuadrados, y las estaciones de muestreo del faro del Cap Salines. Estamos trabajando con Ports de Balears y el Govern para disponer también del faro de Portocolom.
¿Funciona en el Imedea la transferencia de conocimiento? ¿Llegan sus estudios a las administraciones y las empresas de Baleares?
—Sí, en el Imedea formamos a científicos que no sólo trabajan en instituciones públicas, sino también en empresas, muchas de ellas hoteleras, pues en los últimos años han desarrollado departamentos medioambientales. Si hay que hay que hablar de playas, calidad del agua o posidonia, indudablemente el Imedea es una referencia científica mundial. La investigación que se hace en el Imedea puede tener repercusión en todo el mundo. Y las administraciones públicas cada vez nos demandan más estudios, pues la verdad es que sus técnicos también tienen un alto nivel y conocen lo que hacemos. Ejemplos de nuestra transferencia de conocimiento pueden ser las soluciones para mitigar el cambio climático en las playas y los retrocesos de éstas, analizar las dinámicas litorales, la monitorización costera o estudiar el posible efecto de cables eléctricos submarinos sobre la posidonia.
Hace unas décadas, la solución fácil era la regeneración artificial de las playas.
—Sí, se planteaba esa solución y el ministerio era proclive a aplicarla. Regenerar un kilómetro de playa equivale a hacer un kilómetro de autopista. No hay una sola playa de Baleares que no haya sido regenerada. El problema es que, al aplicar esta supuesta solución, no se pensaba en las consecuencias: la arena depositada desaparecía con los temporales. La playa es un sistema dinámico y si lo alteras eliminando el sistema dunar o construyendo una infraestructura portuaria próxima, se rompen las dinámicas litorales y las naturales de la arena. Todo ello dificulta o impide la recuperación natural de la playa. Con estas actuaciones también ha ocurrido que creas una acumulación de arena en un punto de la costa y un déficit en otro.
Se habla mucho de la posidonia, pero ¿se la valora por lo que realmente aporta? Alguien la definió como un auténtico ‘chollo’.
—La posidonia es directamente responsable de la calidad y de la oxigenación de nuestras aguas, de la riqueza de nuestra biodiversidad marina y de la protección de las playas frente a los temporales. Afortunadamente, en Baleares no hay vertidos industriales al mar y cada vez es mayor la concienciación sobre no fondear sobre la posidonia. La mayor amenaza es el aumento de temperatura del mar, al que la posidonia es muy sensible. Según nuestros modelos, en 2050 las praderas de posidonia se pueden ver gravemente alteradas y en 2100 haber desaparecido.
Acción local, efectos globales. ¿Hacia dónde vamos?
—La sociedad debería replantearse el modelo actual de constante crecimiento. Es insostenible. Hay que aplicar el sentido común y establecer una capacidad de carga, o esto va a explotar. Y estamos perdiendo calidad de vida. Me llama la atención el hecho de que un docente de Mallorca tenga que coger un avión a diario, perdiendo calidad de vida, para trasladarse a Menorca o Pitiusas porque no puede pagarse una vivienda allí. Ninguno de estos procesos es sostenible.
¿Se hace lo suficiente no para revertir, sino para mitigar esta situación?
—Los políticos tienen que ser honestos, arriesgarse y enfrentarse a los poderes sociales y económicos que no quieren medidas o cambios. Si parásemos en seco el modelo actual, la inercia futura no revertiría el cambio climático. En el caso de Baleares, asistimos al aumento de la temperatura y del nivel del mar, podemos perder especies y ecosistemas, las playas retrocederán y se incrementará la sensación térmica, con más récords de noches tropicales y tórridas, más especies invasoras y un mayor riesgo de incendios. No sé cómo será el turismo en el futuro, pero no es descabellado su desplazamiento hacia lugares más confortables.
2 comentarios
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Referente mundial????? mirad como tenemos las islas!!!!!!!
Menudo chiringuito habeis creado eh???!!!