TRIBUNALES

Denuncia agresiones homófobas en su empresa: «Me echaron a los leones»

Un extrabajador de una cantera lleva ante la Guardia Civil un posible delito de odio, amenazas y agresiones sufridas durante años

José Luis Mayol denuncia que el trato que sufrió fue instigado por un antiguo conocido que ya le había acosado durante su etapa escolar y con el que coincidió en la empresa

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«Me echaron a los leones. Me acechaban con el coche, me amenazaban si denunciaba. Bromas homófobas constantes, glosas por mi condición sexual. Aberraciones así». José Luis Mayol ha presentado una denuncia ante la Guardia Civil por un posible delito de odio cometido por antiguos compañeros y los responsables de la empresa para la que trabajaba, una cantera de Petra. Estuvo cinco años en su puesto. «Hasta que no pude aguantar más y cogí una baja por ansiedad». A la vuelta se encontró con un despido que ahora está pendiente de resolución judicial.

Mayol se reencontró en la empresa con un antiguo conocido. «Ya me había hecho bullying» y tuvo un nuevo incidente con esta persona, que ejercía de encargado. «Volvió a insinuarse y a empezar de nuevo en el trabajo», cuenta. Ese encargado reveló su orientación sexual en la empresa. «Lo denuncié a la dirección y le mantenían un poco a raya. Hicieron un comunicado», explica.

Sin embargo, según la denuncia, en 2019 se produjo en episodio de agresión cometida por otro trabajador, amigo del encargado. «Empezó a hacerme la vida imposible. Me tiró encima de la mano la tapa de una máquina que pesa 40 kilos y me pegó en la otra con una herramienta». Mayol añade que responsables de la empresa le acompañaron a la mutua. «Me obligaron a mentir», señala para encubrir la agresión. La empresa le dio un ascenso y funciones que le mantenían apartado del trabajador denunciado por esa agresión.

El denunciante apunta que el comportamiento de la empresa cambió más tarde de forma radical y que azuzó el acoso. En su primer año en la firma asumió hacer muchas horas extra, muchas veces en ‘b’ para saldar una deuda que tenía. Sin embargo, tras ese tiempo se negó a mantener ese ritmo y a trabajar por encima del horario sin reconocer. «Ahí se disparó todo», señala. De ese momento alude a constantes actuaciones de amenazas o acoso. Comentarios como que ya había muerto un trabajador en la empresa y que él podía ser el segundo, una extorsión por parte de un encargado para que le entregara dos bicicletas de su propiedad con la amenaza de degradarle. «Me ponían tapones en la ropa, supongo que por la gracia de perder aceite». Otro trabajador le perseguía con el coche cuando él iba a trabajar en bicicleta. También advertencias de que no denunciara. En paralelo, Mayol señala que se represaliaba a otro grupo de empleados, entre ellos su hermano, que le defendían: «Se les hizo la vida imposible. Mi hermano se quedó y sufrió un mobbing exagerado».

Aguantó en parte por ese apoyo la situación: «Temía las represalias». Sin embargo, terminó por ser diagnosticado y cogió una baja larga. «Al volver se hizo la chapuza esta. Se me puso el despido encima de la mesa». Cuenta que la razón del despido es una supuesta ineptitud sobrevenida para el puesto pero que se basa en un informe extraño. Ese documento relata entre sus antecedentes que se hizo una rinoplastia, algo que no es cierto; que no tiene problemas de visión, cuando lleva gafas o valores de analíticas que no cuadran. Por ese motivo, un juzgado de lo Social de Palma analiza ahora una posible nulidad de la rescisión del contrato. En paralelo, Mayol ha acudido a la Guardia Civil por un posible delito de odio. «Parece que solo podemos trabajar de modistos o peluqueros», termina.