VIVIENDA EN MALLORCA

Las infraviviendas de la calle Balmes siguen acogiendo a varias personas en su interior

El Ajuntament de Palma paró la obras meses atrás tras la intervención de la Policía Local en un espacio dividido en diferentes estancias en dos niveles

Imagen del interior del local en el que se hallan las infraviviendas

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Las infraviviendas cuya existencia denunció meses atrás la Policía Local de Palma, que intervino para cerciorarse de la presencia de una presencia de habitáculos en obras, en dos alturas, en la zona de la calle Balmes de Palma. Allí, confirmaron que vivían de forma permanente varias personas, entre ellas familias con niños, que pagaban más de 600 euros por el alquiler de esos espacios, edificados de manera irregular.

Los agentes de la Policía Local trasladaron el informe a Urbanismo, al Departamento de Disciplina y Seguridad de Edificios, Viviendas y Proyectos Estratégicos del Ajuntament de Palma con el fin de actuar al respecto. Y lo hizo, ordenando la paralización de las obras el pasado verano, como refleja un cartel pegado en la vidriera del local convertido en multivivienda, y que anteriormente fue un espacio comercial destinado a equipos de sonido.

Exterior del local reconvertido en infraviviendas en la calle Balmes. Foto: F.F.
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Los vecinos denunciaron las condiciones en las que vivían los habitantes de esos espacios, divididos en dos espacios diferenciados y numeroados, siendo una veintena las habitaciones que se calcula se ofertaban. «Ya no es que hagan ruido o dejen basura, es que es hasta peligroso vivir ahí, no hay salida en caso que incendio o cualquier otro accidente», aseguraban los vecinos de la barriada, preocupados por las condiciones en las que habitan todavía, según algunos de los que siguen allí, varias personas.

Orden del Ajuntament de Palma que ordena la paralización de las obras. Foto: F.F.

Última Hora pudo comprobar que siguen residiendo personas, principalmente inmigrantes, habiendo allí, al menos, una persona encargada del control del recinto, que remitió al redactor a un superior, asegurando que viven actualmente pocas personas y ningún menor, un extremo que no ha podido ser confirmado.

Entre medias, y una vez que el periodista se identificó, varias personas abandonaron el interior del bajo súbitamente, dejando solo al encargado, quien no supo responder a las preguntas y se mostró visiblemente nervioso y descolocado por la presencia de un redactor en el local convertido y repartido en diferentes espacios perfectamente compartimentados.