CRÓNICA

El Paseo Marítimo, un remanso de silencio sin puentes

Se preveían tres días de ruido y polvo por el derribo de Paraires, pero el sábado por la noche terminó todo

Imagen de dos personas caminando este domingo dejando atrás los últimos restos de la pasarela del hotel Mediterráneo en el Paseo Marítimo de Palma | Foto: P. Pellicer

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El silencio era absoluto a las nueve de la mañana. A mediodía, otro tanto de lo mismo. El domingo se esperaba que prosiguiera el ruido atronador de las excavadoras que destrozaban el puente de Paraires, pero el derribo fue tan rápido que los restos de la infraestructura yacían custodiadas por las cuatro excavadoras dormidas, como el 80 por ciento de los palmesanos hacían el domingo por la mañana. No había ni rastro de polvo, ni operarios. La demolición terminó cuarenta y ocho horas antes de lo previsto. Tampoco hubo atascos, tal y como preveía la Autoritat Portuària de Balears (APB), que había pedido a la ciudadanía que no circulara por el Paseo Marítimo de Palma. El hecho es que las obras finalizaron el sábado a las once de la noche, cuando se reabrió el tráfico.

«La verdad es que es espectacular, es sensacional que hayan acabado el derribo en un día», decía Juan Soley, vecino del Paseo Marítimo, que había ido a dar un paseo a mediodía para contemplar las raíces de la infraestructura de medio siglo que estaba junto al Club de Mar. Aunque reconoce que «estoy de las obras hasta el moño. Vivo en el edificio Palma Real y nos han plantado doce pinos delante. Mi piso es un segundo y me he quedado sin vistas al mar».

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Jaime Bestard acudió junto a su mujer Carmen para inspeccionar el estado de las obras.
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Carmen y su marido Jaime Bestard, vecinos de la zona, acudieron a mediodía a investigar la obra exprés. «Venimos a entender la obra», señaló la pareja. Aunque están contentos con la desaparición de la infraestructura, ahora no tienen muy claro «cómo vamos a salir de la calle Joan Miró hacia Andratx, antes lo hacía a través del puente de la Estación Marítima». Las dudas vaticinan días de conductores desorientados hasta que se aprendan los nuevos trayectos.

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Juan Soley, residente del Paseo Marítimo de Palma.

Carmen y Jaime comienzan a hablar con Juan, el primer vecino de la mañana, y los tres coinciden en el drama del párking. «Es que han quitado 1.500 plazas y nadie quiere venir hasta aquí», dice la pareja. «A mí me han dicho que uno de los carriles que va hacia la Seu se convertirá en aparcamiento», cuenta Juan. No hay nada confirmado, son rumores que circulan por el Marítim.

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Sergio, un vecino del Paseo Marítimo de Palma que valora de forma positiva la remodelación.

Sergio, otro vecino del Passeig, se ha acercado para hacer fotos de los restos del puente: «Las obras están muy bien, el Marítimo va a quedar muy bonito». Y Marta y Antonio, de Son Rapinya, reconocen que «hemos venido a cotillear». Aparcaron en el párking disuasorio de Marivent, que «está muy bien pero en la quinta puñeta. Y no es recomendable si vienes a cenar o eres mujer y tienes que volver sola». Solo quedan 51 días para que finalicen las obras del Marítim.