REIVINDICACIÓN

«Si no es autóctono no es sostenible», el grito de resiliencia del sector vitivinícola

Los vinateros lanzan un SOS y crean una asociación de resistencia hídrica

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«Si no es autóctono no es sostenible». El sector vitivinícola de Baleares, ahogado por el cambio climático y la sobrexplotación de los acuíferos, lanza un SOS y pone en marcha una Asociación de resiliencia hídrica en Mallorca.

La agricultura gasta menos de un 10 % del líquido que se consume en la Isla y aún así año tras año ve mermada su producción de uva. En los últimos seis años ha llovido de media 300 litros por metro cuadrado de viña, la mitad de lo que caía antes de 2019, y los acuíferos comienzan a estar tan exprimidos que el uso de algunos pozos ya no es viable. Todo ello, unido al incremento de temperaturas que aumenta la necesidad de riego en los viñedos, es una bomba de relojería a punto de explotar.

Araceli Ribas, propietaria de Bodegas Ribas, ha iniciado un movimiento de resistencia para evitar que Mallorca acabe matando a la gallina de los huevos de oro. «Ahora mismo el agua es el mayor problema en la Isla aunque muchos crean que es un problema secundario. Es el mayor reto que tenemos ya los agricultores, pero tenemos la sensación de que hasta que no queden desabastecidos la industria turística y los campos de golf se tratará como un problema secundario», explica.

Aunque minoritaria, la asociación en defensa de un uso responsable del agua va ganando adeptos. Hace dos semanas presentó su proyecto a la Conselleria d’Agricultura del Govern. «Nos dicen que están haciendo estudios para dar una solución, entre otras cuestiones, al uso del agua depurada para riego, pero no hay una solución fácil», relata Ribas.

Vista general de las viñas en Bodega Ribas de Consell.

Los cultivos ecológicos no pueden utilizar las balsas de riego porque no superarían los estrictos parámetros que les exigen. El problema es que las depuradoras de las que se nutren esas balsas no dan abasto para depurar con calidad en momentos de picos de consumo.

En Alcúdia hace 17 años que los hoteleros y el Ajuntament invirtieron 1,5 millones de euros en conectar la depuradora terciaria del municipio con las zonas turísticas para reutilizar el agua tratada en los sanitarios y zonas verdes de 15.000 plazas turísticas, pero la alta cantidad de sal que concentra impide su comercialización hasta la fecha. El sistema de hecho nunca ha llegado a funcionar.

Los vinateros reclaman ahora al Govern «que se pongan en marcha las políticas necesarias para preservar los recursos hídricos y que los estudios técnicos encaminados a mejorar la gestión lleguen al sector agrícola».

Desde el departamento de I+D de su propia bodega, Araceli Ribas investiga y desarrolla nuevas herramientas y estrategias que permitan adaptar la viticultura y garantizar su sostenibilidad, con especial atención en la optimización del uso del agua.

Variedades locales

«Plantar cultivos no adaptados a Mallorca es algo que no se puede permitir. Si no es autóctono no es sostenible. Promocionar la implantación de variedades locales es una manera de hacer un uso responsable del agua. Variedades foráneas como un cabernet o un merlot necesitan más del doble de agua que una variedad local. En los últimos seis años la media de precipitaciones es de 300 litros por metro cuadrado y una variedad foránea necesita unos 700. Cuando no basta la lluvia el líquido se saca de los acuíferos, porque el agua regenerada tiene muchos problemas. Los pozos que quedan en el Raiguer prácticamente ya no dan», lamenta Ribas.

La experta explica que «la mitad de nuestros viñedos son de secano y hay un 20 % que no hemos podido regar a pesar de que utilizamos variedades que requieren entre dos y tres riegos al año y no llegamos a los 475 litros por metro cuadrado, que es la media de lluvias que cae en la comarca». «La situación es muy crítica. La mayoría de la población e incluso muchos bodegueros no saben la gravedad del asunto y es asombroso ver cómo se sigue plantando cabernet y merlot en Mallorca», concluye.

Can Ribas de Consell colabora con las investigadoras de la UIB Esther Hernández Montes y Josefina Montes en la evaluación de prácticas agronómicas, manejo de vegetación, riego y medición del potencial de las variedades locales. «Descubrimos que nuestras variedades requieren menos agua que las internacionales y que, para reducir el alcohol y aumentar la acidez, sería necesario intensificar los riegos, lo que supera nuestra disponibilidad actual de agua», dice la vinicultora. Los resultados del estudio Adaptación de la viticultura balear al cambio climático han llevado a redefinir la normativa de la Indicación Geográfica Protegida Mallorca para reducir el requisito mínimo de acidez en los vinos pasando de 4,5 g/l a 3,5 g/l. «Este ajuste permite comercializar vinos elaborados con variedades locales sin necesidad de acidificación adicional, facilitando su adaptación a las condiciones climáticas e hídricas actuales», relata Ribas.

En Can Ribas evaluan tres sistemas de conducción de viñedo para determinar cuál es más resistente a la sequía.

La UIB también asesoró a su bodega en la creación de un diseño experimental que evalúa tres sistemas de conducción del viñedo (vaso, espaldera y eje vertical) para determinar cuál es más resistente a la falta de agua comparando sus características agronómicas, enológicas y económicas. Además participa de un proyecto colaborativo para determinar el agua mínima para la viabilidad de las variedades locales: «Estamos en proceso de desarrollo de un proyecto en colaboración con diversos organismos (INAGEA, UIB) y una empresa local (Geoma) que ha desarrollado sensores para la medición del estrés hídrico. Este proyecto tiene como objetivo determinar los umbrales de estrés hídrico de las variedades locales y su relación con la producción y calidad del vino», concluye la especialista.

Junto al Consell Regulador Vi de Mallorca desarrolla ahora una hoja de ruta participativa (Estrategia de Resiliencia Hídrica en el sector del vino en Mallorca) para garantizar la sostenibilidad del sector vitivinícola en la Isla. Para ello se ha reunido con la Conselleria d'Agricultura a la que pide coordinar el acceso a la información sobre recursos hídricos para abordar juntos los retos hídricos y climáticos mediante la cooperación entre administraciones, bodegas, investigadores y otros agentes implicados.

Fugas desproporcionadas

Según las últimas estadísticas de suministro y consumo anual de agua en Mallorca (correspondientes al año 2023), el 23,24 % del líquido que se distribuye en la Isla se pierde en la red. Es un 3 % menos que en el año anterior.

Desde 2008 ha habido una reducción progresiva de las fugas, aunque la mayoría de pueblos y ciudades de la Isla aún superan con creces el máximo de pérdidas permitidas en 2022. Solo 22 de los 53 municipios se mantienen por debajo de esos límites.

La mayor parte del agua que se consume en Mallorca se extrae de los acuíferos (69.569 hectómetros cúbicos). 14.807 hectómetros cúbicos proceden de agua potabilizada y 12.860 hectómetros cúbicos son de agua desalinizada.

En los últimos años, el Govern ha aumentado la actividad de las plantas desaladoras de Palma, Alcúdia y Andratx con la idea de recuperar los acuíferos. Sa Font de sa Costera y el acuífero de S’Estremera actúan como un sistema de manera que en momentos de poca necesidad de agua la captación de sa Costera continúa en activo y el agua extraída se desvía y se introduce en s’Estremera a través de cuatro pozos de infiltración.