«Tres minutos bastan para ver si alguien es cazador o un dominguero que pega tiros»

El mallorquín Rafel Vilanova, campeón de España de caza de becada, reflexiona sobre esta actividad

Rafel Vilabona y su perra tras ganar el campeonato de España de caza de becada celebrado en Navarra. | REAL FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CAZA

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«Cincuenta y ocho años. Lesionado. Con una perra tuerta. Con una escopeta paralela y de una isla. Pues a pesar de todo ha ganado. Es lo que tiene la caza», escribió alguien en las redes sociales sobre Rafel Vilanova, el pollencí que acaba de ser campeón de España de caza de becada. Esta misteriosa ave, que en Mallorca se la conoce como cega, no es más grande que una perdiz. «Solo pueden cazarlas cazadores Clint Eastwood, sobrios y serios, con un sentido del bien y del mal efectivo», comentaba con preciso humor el periodista Guillem Martínez en un artículo. Y no se equivoca porque buscar y dar con una implica caminar durante horas por el bosque, solo con la compañía de un perro. En grupo y con una jauría está mal visto por los cazadores más puristas. «Lo correcto es que tenga ventaja sobre nosotros», defiende Vilanova, que prefiere matar una pieza buscada que 40 disparando desde un sitio fijo y escondido. «Si quieres disparar, ve a un campo de tiro», dice para diferenciar entre los cazadores como él y el «dominguero que pega tiros».

¿De dónde te viene la afición?
Soy nieto e hijo de cazadores. Mi abuelo incluso se ganó la vida con ello. Hacía zapatos, pero durante la temporada ganaba más dinero cazando, y encima le gustaba. Mi padre ya lo hizo como afición y me inició siendo pequeño yendo a buscar codornices. En 1980 me regaló mi primera escopeta, del calibre 12. Tenía 14 años. En ese momento el permiso de armas se podía conseguir a esa edad si contabas con autorización paterna.

¿Recuerdas tu primera captura?
Con 15 años maté mi primera cega. La primera jamás se olvida. Fue en la finca de Can Pontico, en Pollença, un mañana de llovizna. Íbamos con una perra de mi padre, él se puso a la izquierda y el ave salió por la derecha y ¡pam! «¿La has tumbado?», recuerdo que me preguntó varias veces. «¿Seguro?», insistía, mientras le respondía que sí.

Y ya llevas 45 años.
Empecé a competir hacia finales de los ochenta, y aunque es algo que he ido dejando y recuperando, siempre he cazado. Es un vereno que me metieron en los genes.

¿Tu hijo ha seguido los mismos pasos?
Lo inicié con 14 años y hasta los 17 cazó, pero un día me dijo que no le gustaba. Lo respeta, pero no caza. Y no fue por falta de interés porque puse todo mi empeño (ríe). Ha salido a su madre, que tampoco caza.

¿Siempre has practicado la caza menor?
Sí, y nunca he hecho caza mayor porque no me gusta. Ni siquiera cabritos. Y mira que me han invitado varias veces a monterías. Además, jamás he tenido rifle. Tampoco me gusta esa caza de estar en un paso esperando. Desde pequeño me enseñaron a ir a por la caza, y con la máxima deportividad posible. Búscalas, ponlas a tiro y cóbralas. Eso me enseñaron y así lo hago. Prefiero matar una pieza buscada que 40 disparando en un sitio parado, algo que tampoco sé hacer porque me gusta caminar. Cazo conejos, codornices, perdices y cegues, que me vuelven loco.

Al final, esa idea de la caza de subsistencia que practicaba tu abuelo perdura en ti.
Así es. Soy vecino del actual alcalde del pueblo, Martí March, y nuestras familias se conocen de siempre. Recuerdo que su madre era amiga de la abuela, y se quejaba de que en su casa solo hablaban de política. «¡Un día lo prohibiremos!», le dijo ella. «Y yo prohibiré hablar de caza», le dijo mi abuela. Cuando era muy pequeño esperaba ansioso a mi padre para que me contara cómo había ido la cacería.

¿Por qué te tira tanto la caza de la cega?
Porque es un animal muy misterioso y muy difícil de encontrar. Hay muchas maneras de cazarla. Algunos van en grupo, con varios perros, y rodean a la cega hasta cerrarle todas las vías de escape. Nunca he hecho eso, siempre he cazado solo, como me enseñaron. De esta forma, tiene vías de escape y siempre te sorprende. Matamos menos, pero creo que tiene más valor. Te das cuenta de la inteligencia que tiene, y muchas veces te gana. La llaman la dama del bosque. Mira si es misteriosa que para saber si es macho o hembra tienes que abrirla. Es un animal que cuando lo cazas apenas lo ves. Si lo pierdes de vista es imposible saber dónde está y quizás lo tienes detrás.

Cada vez que emprende el vuelo realiza una deposición que limpia su aparato digestivo, y eso la convierte en la única pieza de caza que no requiere ser eviscerada. ¿Qué más secretos esconden?
Solo come gusanos, cada cuatro horas, a no ser que esté migrando. Un biólogo navarro me explicó que con las patitas simulan el ruido de gotas para hacer creer al gusano que llueve y así sale. Los franceses son unos apasionados de la caza, y especialmente de la cega. Allí es donde mejor la cocinan. Con el corazón, el hígado y los intestinos hacen una salsa espectacular. Es el ave más sabrosa que hay. Uno disfruta más del alimento si lo ha cazado, porque supone un esfuerzo. Solo faltaría que no te guste. Hay que decir que está bueno aunque no sea verdad. Si no, ¿para qué matas?

Un ejemplar de becada comiéndose un gusano.

Su proceso migratorio también es fascinante.
Llegan hasta China, cruzando Rusia y pasando por Nepal. Se rastreó a un ejemplar para confirmarlo. El problema es que está cogiendo mucha popularidad. Se está poniendo de moda ir a cazarlas a Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Rumanía, donde nunca se las había perseguido. Y son cazadores españoles e italianos los que van a esos países; gente con dinero. No es bueno para el animal porque su población se resiente en esas zonas donde cría y también se dice que ahora, cuando llegan aquí, son todavía más esquivas. Tampoco es bueno que se la cace en grupo. Lo correcto es que tenga ventaja sobre nosotros y que se cace con más igualdad de condiciones.

¿Dónde hay más interés por cazarlas?
Vascos, asturianos, gallegos, navarros y cántabros son los amos de esta caza. «Cuanto más te piense la becada, más te va a ganar», me dicen los más veteranos. Se dice que son capaces de ver por atrás por la posición de sus ojos, y lo creo. No sabes qué capacidad tienen para ver el ángulo de tiro y cómo desaparecen. Eso te pasa si vas solo, pero en grupo no pueden cubrirse.

¿Cuándo se caza en Mallorca?
La veda se abre el 12 de octubre y las primeras migrantes llegan pocos días después. Luego hay un parón y hacia diciembre vuelven a aparecer, hasta finales de mes. Siempre se habían dejado de cazar el último domingo de enero, pero ahora se ha alargado la temporada dos semanas más porque dicen que con el cambio climático tardan más en llegar. No lo veo bien porque creo que deben poder irse al menos el 60 % de las aves que llegan. Debería seguir siendo así. No hay que capturar todo lo que venga a la isla. Para que vuelvan hay que dejar que se marchen.

¿Dónde sueles cazar?
Soy socio de cotos sociales de Pollença, Alcúdia y Capdepera, donde viví 10 años. Soy jardinero y eso de los cotos privados no me lo puedo permitir. Eso implica que somos algo más de 100 socios por cada coto, y el hecho de compartir, te obliga a mejorar. Te puede dar más calidad que el hecho de cazar dos personas solas en grandes fincas privadas del Teix o Alfàbia, donde pagan 20.000 euros y capturan noventa aves por cabeza. Yo, campeón de España que ha ganado a los mejores en su propia casa, en Navarra, te aseguro que nunca he matado tantas. Es más importante la calidad que la cantidad. Una temporada buena he matado entre 16 y 17, y en una muy buena, hasta 35. Aunque esto último sería un año excepcional.

¿Alguna vez has sentido lástima tras abatir algún animal?
Sí, y más de dos veces porque te das cuenta de que ese ejemplar de cega era tan vivo que no merecía morir. A pesar de ser tan astuta, ves que ha tenido mala suerte. Estoy convencido de que un 90 por ciento de los cazadores pagarían para que los animales que matamos resucitaran y se fueran. Incluso pagaría una cuota. Algunos han indultado a su presa, pero no es mi caso. No quiero vender lo que no es. La pena es que cazar sin muerte no es caza y la muerte es parte de la vida, aunque hoy en día una parte muy importante de la sociedad no quiera entenderlo. Nos llaman asesinos y tenemos que aguantar mucha presión. Soy un trabajador, pero he acabado votando a la derecha. ¿Cómo puede ser? Por las puntadas de pie que nos ha dado la izquierda. No concibo una vida sin cazar, y soy el primero que sé que hay que respetar a la naturaleza y los animales. Debe haber cupos y restricciones y hay que exigir que las cosas se hagan bien, pero no me impidas cazar.

Conocer tu punto de vista seguro que ayuda a romper ciertos tópicos que, lamentablemente, son ciertos en muchos casos.
Es que no importa capturar un animal siempre que sales a cazar. Si quieres disparar, ve a un campo de tiro. Nosotros, los que vemos las cosas así, al final de la temporada quizás hemos pegado 60 tiros. Eso no interesa a los armeros. La caza del zorzal con escopeta tendría que estar prohibida. Solo se tendría que poder capturar con filats, pero como es un negocio, se ha permitido. Nunca ha interesado la caza, solo el dinero. Y por esa razón estamos mal vistos. Tres minutos bastan para ver si alguien es un cazador o un dominguero que pega tiros. Son capaces de hacer cualquier desastre y no los disculparé porque locos los hay por todo.

Al acabar la temporada imagino que haces excursiones, ¿no?
Exacto. No dejo de andar y de ir a la montaña. Disfruto incluso más que cazando, porque eso te obliga a ir demasiado concentrado. En julio ya dejo de caminar hasta septiembre.