Ocho años de huertos solidarios: la agricultura como terapia ocupacional

Unas 120 personas se benefician de este proyecto de la Asociación Asima

Uno de los usuarios, trabajando la tierra. | Foto: P. Bota

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Los huertos sociales de Asima, ubicados en la carretera de Sóller, a la altura del Centro Penitenciario de Palma, nacieron en 2017 con la intención de ofrecer un punto de encuentro y una terapia ocupacional para los trabajadores y jubilados de las empresas de los polígonos de Son Castelló y Can Valero. Tras ocho años desde su puesta en marcha, el proyecto cuenta con unas 120 personas que trabajan las tierras, entre los empleados y/o jubilados de las empresas asociadas a Asima y cinco entidades; Cruz Roja, Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) de Balears, Comisiones Obreras (CCOO), Fundación Aldaba y Fundación Balcat.

«Lo que buscamos es que se respire naturaleza y se cultive con unos criterios de sostenibilidad, promoviendo el contacto humano de los usuarios», expone el presidente de la Fundación Asima, Francisco Martorell. Cada uno de los agricultores, disponen de una parcela de 35 metros cuadrados, en las que pueden escoger qué productos agrícolas sembrar. En el caso de las entidades sociales, el terreno se reparte entre su propio número de usuarios interesados. Todos tienen un código con el que acceder al recinto, cerrado con candado, y pueden trabajar la tierra los días y horas que consideren oportunos.

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El presidente de la Fundación Asima, Francisco Martorell.

Miguel García, fue el primero en unirse a esta iniciativa y actualmente ejerce como coordinador de los huertos. «Me encargo un poco de dirigir y marcar las normas que hay que seguir, porque la mayoría ya saben cómo hacer las cosas, pero los nuevos vienen con su ideas y hay que luchar un poco para que las entiendan», dice. «Al principio no teníamos agua, así que trajimos una cuba de agua. Hasta que se hizo un pozo y hoy en día funcionamos con un sistema de goteo, que permite economizar el agua», explica Miguel.

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Miguel García, el coordinador de los huertos.

En cuanto al cultivo, «aquí se siembra prácticamente de todo, lo que no está autorizado plantar árboles porque las parcelas son pequeñas». «Lo que no se siembra mucho son patatas y maíz, porque necesitan mucho agua». Dora Simonet, es también una de las más veteranas. Lleva ocho años cuidando de su parcela en los huertos sociales. Hasta hace poco, era trabajadora del polígono de Son Castelló, pero hace dos meses que se jubiló. Vive en Alaró, pero baja tres o cuatro veces a la semana a Palma para ver cómo van sus cultivos. En estos momentos tiene sembrados guisantes, apio, coles, ajos, lechugas, acelgas, puerros, habas, cebolletas y una gran variedad de plantas aromáticas como moraduix y romero, entre otros.

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Dora Simonet, trabajando en su parcela.

«Tener el huerto me ha beneficiado mucho mentalmente y físicamente. Me gusta mucho estar en contacto con la naturaleza y poder tocar la tierra con las manos», asegura. María Palma es voluntaria y usuaria de la AECC balear y desde hace dos años se encarga de la parcela número 1 de las diez que tiene asignadas la Asociación. «Estoy jubilada y poder venir aquí, pasar la mañana y ayudar, anímicamente, me satisface mucho», indica María. «Suelo tener las defensas bajas y creo que desde que estoy aquí estoy mucho mejor, más fuerte y animada», añade.

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María Palma lleva dos años participando en el proyecto.

En su pequeño trozo de tierra, hay cultivados brócoli, puerros, cebolletas, Kale, acelgas, lechugas, espinacas, rúcula, apio, cilantro, menta poleo, hierbabuena. En el caso de las parcelas de la AECC, éstas están rodeadas de jardineras: «En primavera es una explosión de color».