ECONOMÍA

La apuesta por el lujo salta de la vivienda a la restauración y el comercio en Mallorca

Noches de hotel a 10.000 euros y restaurantes a 180 el cubierto, el nuevo paradigma

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Como un efecto contagio, el lujo se traspasa de un segmento a otro y de las villas y grandes casas repartidas en todos los rincones de la Isla, se suman la oferta comercial y la gastronómica. El cliente de presupuesto más que holgado, que ya no viene solo del norte de Europa sino de Estados Unidos, gracias a las conexiones aéreas directas de United Airlines.

Servicios impensables hasta hace poco se multiplican en Mallorca. Un ejemplo: en Palma se ha puesto en marcha las ventas de la promoción de viviendas de lujo XOJAY Es Jonquet, con vistas al Passeig Marítim de Palma, que ya está finalizando sus obras de remodelación. Con 57 apartamentos, de los cuáles siguen disponibles ahora 42, los precios oscilan entre los 1,3 y los 5,8 millones de euros. A esto se suma una villa privada que está a la venta por 7,87 millones.

Los futuros residentes de esta promoción de lujo contarán con servicio de recepción piscina y solarium, spa con sauna y cámara criogénica, sala de cine para los vecinos de la comunidad, sala de yoga y meditación, simulador de golf, bodega, plataforma giratoria para exhibir el vehículo, un barco comunitario, chef para eventos privados...

No es el único caso en el que el lujo inmobiliario desatado que se escapa de Son Vida, reducto tradicional de millonarios internacionales y locales, se infiltra en cuela en Palma. El edificio de Ca la Seu se ha convertido en una vivienda unifamiliar y se cotiza a 9,1 millones. En la calle Sant Jaume los edificios de viviendas se convierten en mansiones con varias plantas. Y en las calles de Ciutat se encuentran clubs privados con cuotas que ascienden a 200 euros mensuales para acceder a los nuevos residentes de clase alta.

En la Part Forana son multitud los casos en los que las possesions se han convertido en hoteles exclusivos o villas para millonarios que buscan privacidad. En alojamientos una habitación como la Gran Suite del Hotel Can Bordoy se cotiza a 1.440 euros la noche con desayuno incluido en temporada alta. En el hotel Son Bunyola, una villa se cotiza a 10.000 euros la noche. Y en Palma, un menú VIP de Nochevieja para cuatro personas podía alcanzar los 6.000 euros.

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En hoteles de lujo del Casc Antic de Palma han llegado a contabilizar en un solo año «clientes de 59 nacionalidades justo en 2023, cuando salíamos de la COVID. Hemos tenido personas que venían de las islas Fidji, de Uzbekistán e incluso de Antigua y Barbuda. Estamos teniendo clientes de Oriente Medio, Austria, India», afirman.

José Miguel Artieda, presidente del Colegio de Agentes Inmobiliarios de Balears (APIs), señala que «ya no es inusual gastarse 14 o 20 millones de euros en el centro de Palma. Es una pieza más del superlujo que ya se mueve entre los 11.000 y los 20.000 euros el metro cuadrado». Artieda asegura, además, que «están desembarcando muchas inmobiliarias extranjera de lujo, grandes marcas alemanes, suecas y ahora americanas».

La restauración vive también una transformación para dar cabida a presupuestos sin límite. Juan Miguel Ferrer, presidente de CAEB Restauración, afirma que «hay dos clases de lujo: el que apuesta por las marcas, más instagrameable, y luego está el lujo austero, que apuesta por el producto más auténtico». Como siempre, es cuestión de dinero y aunque parezca que en Mallorca se ha escalado mucho en los últimos años, «en realidad estamos a dos segmentos por debajo del ultralujo. Ahora mismo estamos en el lujo medio, cuyo cubierta oscila entre los 80 y los 150 euros por persona. Pero estamos tres estaciones por detrás de Dubai, Las Vegas, Nueva York o Londres, «a partir de los 350 a los 500 euros por persona sin vino».

Carolina Domingo, presidenta de Pimeco, asegura que «este tipo de turismo aporta mucho a la Isla. El ticket medio esta campaña ha incremento, aunque no haya tantas ventas». La presidenta de la patronal de comercio asegura que «esta temporada hemos notado la llegada de americanos, aunque alemanes, británicos y suecos siguen por la Isla».

Una persona del sector que quiere mantener su anonimato segura que «el nuevo lujo es hacer pamboli». Lejos de la resonancia de las marcas internacionales y la uniformidad gastronómica, «los que buscan el nuevo lujo apuestan por lo local, lo auténtico». Los que tienen el paladar fino y la billetera repleta piden «una ensaimada de un horno del siglo XX, un legado histórico que huye del parque temático».