En 2024, el Institut Mallorquí de Afers Socials (IMAS) formalizó la adopción de 20 niños del sistema de protección. En estos momentos, unas 40 familias de la Isla están a la espera para poder adoptar a un menor: «La mayoría tiene el deseo de adoptar a un bebé completamente sano, lo cual es muy lícito pero contrasta con los antecedes que tienen los menores del sistema de protección», señala la jefa de sección de Adopciones del IMAS, Angela Ramis.
«Muchos de ellos han vivido situaciones de adversidad muy importantes que les ha provocado secuelas emocionales; además de antecedentes genéticos. No todas las familias se ven preparadas para cubrir las necesidades especiales de estos niños». En este sentido, la misión del IMAS es la de encontrar el núcleo familiar más idóneo para cada uno de ellos. Los niños que acaban siendo adoptados, una medida última, han sido retirados del cuidado de sus progenitores por motivos diversos.
En un principio, viven con familias de acogida temporales, siempre que sea posible, o en su defecto en centros residenciales. Actualmente, se encuentran en esta situación unos 900 niños en Mallorca, 696 sólo en acogimiento residencial. Mientras tanto, los técnicos del IMAS trabajan con los padres biológicos para que en la medida de lo posible los hijos regresen junto a ellos con garantías, a un entorno adecuado y seguro. Este periodo dura como mínimo seis meses. Si finalmente los progenitores no consiguen poder ofrecer un entorno apropiado, es cuando se plantea la adopción, siempre bajo la premisa de que «los que tienen derecho a ser adoptados son los menores; no las familias a tener un hijo», recuerda Ramis.
Los tiempos para que se produzca la adopción son relativos, ya que la Institución debe encontrar un núcleo familiar idóneo para cada menor. Además, aunque se sigue un criterio de antigüedad, a veces los perfiles de las familias no encajan con los niños a los que se les busca un hogar estable.
El proceso de adopción comienza con una preparación a cargo de psicólogos para los menores, luego se conoce a la familia y se establece un calendario de acoplamiento para que ambos se conozcan. Cada caso es único y siempre se sigue el ritmo del niño. En algunos casos está fase puede durar hasta dos meses. Todo radica en la sintonía entre el menor y la familia. El expediente más antiguo que maneja el IMAS es de 2017, pero otros de 2024 ya están resueltos.
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