El secuestro de un español en Argelia rememora la experiencia del mallorquín Enric Gonyalons

El cooperante balear permaneció 271 días en cautiverio tras ser secuestrado junto a otros dos colegas en los campamentos saharauis de Tinduf

Campo de refugiados de Tinduf | Foto: Efe

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El reciente secuestro de un ciudadano español en el sur de Argelia a manos de un grupo yihadista ha activado las alarmas, siendo el segundo occidental secuestrado en menos de una semana y el séptimo español en la región del Sahel desde 2009. Este incidente evoca el secuestro del cooperante mallorquín Enric Gonyalons en los campamentos saharauis de Tinduf, quien fue retenido junto a otros dos cooperantes durante 271 días, antes de ser liberado en Malí en julio de 2012.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de España ha confirmado el secuestro y ha declarado que «el Gobierno trabaja activamente para esclarecer todos los aspectos y lograr su resolución». Inicialmente, fuentes en Argelia indicaron que la víctima era una mujer, pero se ha confirmado que es un hombre, secuestrado por miembros del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS). El pasado sábado, Eva Gretzmacher, una ciudadana austriaca de 70 años, también fue secuestrada en Níger, lo que acentúa la creciente inseguridad en la región.

Seguridad en el Sahel

El Sahel es una región marcada por la presencia constante de grupos yihadistas y criminales, haciendo que el riesgo de secuestros y ataques sea elevado. El Ministerio de Asuntos Exteriores español desaconseja el desplazamiento por esta área, citando la amenaza latente de grupos como el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (JNIM) y el EIGS, afiliados a redes terroristas más amplias como Al Qaeda y el ISIS.

El Sahel se ha convertido en los últimos tiempos en un campo de operaciones para varios grupos yihadistas. El JNIM, por ejemplo, se ha establecido como una fuerza leal a Al Qaeda, mientras que el EIGS es considerado la filial de Estado Islámico en esta región norteafricana. Estas organizaciones han sostenido conflictos prolongados, aumentando la inestabilidad en países como Malí, Níger y Burkina Faso, y sembrando el terror con secuestros y ataques.