Teo, el último niño nacido durante la vigencia de la peseta, posando con una moneda de 1934.

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Fue el excavador más joven de la primera fase de exhumación en la fosa de Porreres. Tenía sólo catorce años. Teo Viera Ballestero acaba de cumplir veintitrés y su fecha de nacimiento: las 22:10 horas de la noche del 31 de diciembre de 2001, le convierte en el último niño de la peseta, la moneda a la que España dijo adiós para formar parte de algo más grande; una Europa que pone el reloj de este 2025 en marcha y que, en dos décadas, ha cambiado de los pies a la cabeza. Este joven, nacido en la estrecha brecha del cambio de época, se define como «un friki de la Historia» aunque, en realidad, es la ‘rara avis’ de una generación que tal y como él define: «vomita lo que ve en Instagram o TikTok durante veinte segundos».

Eso del ‘último niño de la peseta’, ¿tiene algún sentido para ti?
— El primero, como broma familiar. Mis padres me lo han dicho desde siempre pero vamos, en términos prácticos, sólo es un fastidio haber nacido el último día del año porque es imposible quedar con los amigos para celebrarlo; por lo demás, soy el más joven en cualquier curso o clase que haga y poco más.

Entonces, ¿tu providencial afición por las monedas es pura casualidad?
— Es una de tantas colecciones que hago, soy un ‘friki’ de la historia. El tema del coleccionismo siempre me llamado la atención, por lo que, desde niño, colecciono sellos, objetos militares como cascos de la Guerra Civil española, etc. El tema de las monedas me interesa sobre todo porque muestran aspectos muy interesantes de la historia, de los gobiernos, las elites políticas, su ideología, etc. Por ejemplo, la moneda con la que aparezco en la fotografía es de 1934, durante la República española. Son 25 céntimos. Aparecen los símbolos de un engranaje y del grano, simbolizando la reivindicación obrera. Estas cosas me llaman mucho la atención, hace que no te centres sólo en el valor de la moneda sino en todo lo que la rodea.

Además, estás a punto de graduarte en Historia…
— Empecé Arqueología en Madrid pero por diversas circunstancias lo dejé; ahora estudio el Grado de Historia en la UIB y ya estoy preparando mi TFG, será sobre Albert Camus y el análisis de sus textos como fuente de estudio para el conflicto de Argelia.

¿Cómo acaba un niño de catorce años siendo el más joven en la exhumación de una fosa?
— Desde pequeño me he relacionado con la arqueología, participé en mi primera excavación con siete años en la ciudad romana de Pollentia; también he estado en Francia y en varias fosas trabajando con Aranzadi. De hecho, fui el más joven en trabajar con el antropólogo forense Paco Etxebarria, tenía catorce años y participé en la primera fase de exhumación en Porreres.

¿Crees que tu generación está tan interesada en la historia como lo estás tú?
— Mi generación es la última que no se ha criado con una ‘tablet’. Ahora hasta en el colegio las instauran. Vivimos en la época en la que las grandes entidades corporativas tecnológicas se expanden a lo bestia, sumiendo al mundo en sus sistemas. El cambio generacional en los jóvenes es muy grande. A los de mi año, los veo polarizados. Y me preocupa mucho. Es algo real. Dicen que los extremos se tocan pero los extremos no se tocan, es la locura lo que se acerca a ellos. Veo a mi generación radicalizada tanto a la derecha como a la izquierda y cuando alguien adopta un discurso y se lo traga sin masticar, se va a atragantar.

¿El cambio de la peseta al euro también cambió la política?
— Yo no soy experto en Economía pero sí puedo hablarte del cambio social que se produjo en 2001. Y ni siquiera yo lo viví pero he visto las repercusiones. Los atentados marcaron el inicio del cambio de siglo. Nadie piensa en el cambio de la peseta al euro de ese año sólo recordamos el atentado del 11 de septiembre. Ese cambio de siglo, esa nueva era fue una diferenciación más visual de la separación entre la elite política y el pueblo. Primero el 11S, luego el 11M, fue el símbolo de cómo el gobierno ignora lo que dice el pueblo. Los atentados enseñan precisamente que la política debe acercarse al pueblo y no ignorarlo. El pueblo no quería meterse en Irak igual que ahora tampoco quiere enviar armas a Israel. Cuando se ignora la voluntad del pueblo, hay consecuencias.

¿Preferimos no razonar?
— A mi generación le está pasando. A ver, somos jóvenes y la juventud ya tiene implícito que no razonas bien, pero es que además no hemos vivido lo suficiente como para ver que ni la izquierda ni la derecha es lo que dice ser. Veo mucha gente hablando de política y luego no defiende nada. Mucho discurso y poca práctica; además desmesurada, sin lógica. Estoy descontento con mi generación. Está sumida en una eterna juventud que no quiere razonar, no está abierta al diálogo. Se sume en Insta, Twitter, TikTok, ven reels de veinte segundos y luego vomitan lo que han visto en una conversación. La inmediatez del mundo no nos da tiempo a pensar nuestras respuestas.

¿Qué parte de lo que estamos viviendo pasará a los libros de Historia?
— Ya no me pregunto qué se estudiará sino más bien, ¿se seguirá estudiando Historia? Ahora mismo en Bachiller hay asignaturas como Historia de España que no son obligatorias y me parece demencial. Un pueblo que ignora su pasado está condenado a repetirlo. Puede que suene a estereotipo pero es una frase cargada de verdad. La gente estudia historia pero no la estudia bien. No vale con memorizar y vomitarlo en un examen, aprender para luego olvidarlo. La historia hay que comprenderla.

¿Crees que se estudiará lo mismo que estudias tú?
— Obviamente se añadirá la pandemia de 2020. Se estudiará en Baleares, en España y en todo el mundo. Estudiarán también un nuevo genocidio, no sólo el de la Alemania nazi sino también como el Gobierno de Israel ha condenado sin juicio y a muerte a un pueblo entero, eso se llama holocausto. La clave está en que, si sobre la pandemia podremos hablar en positivo de la sanidad pública y ponerla como ejemplo, a nivel internacional ¿de qué se hablará? ¿Nos van a recordar como observadores que no hicieron nada?

¿Y sobre Baleares?
— Se debería estudiar en el futuro la ley de Fosas. Estudiar una ley que era necesaria para un país democrático. Quiero recordar que España es el segundo país, después de Camboya, con más represaliados y desaparecidos sin investigar de todo el mundo. La vergüenza de estas leyes es que se estén aprobando ahora cuando debían haberse aprobado en el momento en el que renace la democracia en España. Espero que en el futuro cuando la gente estudie Historia, estudie como gente como yo estuvimos a pie de fosa, sacando muertos y sepa que muchos de esos muertos siguen aún sin nombre.