Verónica More estuvo durante seis meses en Bletchley Park, el lugar en el que Alan Turing y miles de voluntarios se emplearon sin descanso en descifrar los mensajes encriptados por los nazis con el código Enigma. Al acabar la guerra los criptólogos volvieron a casa con la prohibición de revelar su historia y Verónica guardó el secreto durante años.
La escocesa llegó por primera vez a Fornalutx en el año 1956 para pasar unas vacaciones junto a su esposo, el fotógrafo Tom Weedon. El ambiente le gustó tanto que tres años después decidió mudarse a la Isla junto a su marido y sus cuatro hijos. Él arrastraba una enfermedad a consecuencia de la guerra y Verónica pensó que la Isla favorecería su recuperación. Nada más lejos de la realidad. Enviudó apenas seis meses después.
Muy a su pesar, una mujer extranjera con cuatro hijos y sin familia en la Isla, tenía serias dificultades para encontrar trabajo en el pueblo y compaginarlo con la crianza. Lo intentó durante tres años, pero acabó volviendo a Inglaterra para trabajar como asistente social de niños en proceso de adopción. Siempre supo que aquello no era un adiós, sino solo un hasta luego. Al jubilarse no se lo pensó dos veces y se estableció de nuevo en la casita de Fornalutx. Vivió allí sus últimos 37 años.
La publicación de sus libros Letters to my Grandchildren y Retirement in Mallorca en los años 2009 y 2014 puso al descubierto su verdadera historia. En ellos habla de su papel durante la Guerra, primero interceptando y traduciendo los mensajes alemanes para la inteligencia británica en Egipto, luego en Bletchey con el equipo que descifró el código nazi… «Ella siempre contaba que en Bletchey nunca sabías lo que las otras personas estaban haciendo y quitaba importancia a su trabajo», explicó su primogénita Coordelia Weedon, fotógrafa como su padre.
Sobre su estancia en Mallorca tras la muerte de su esposo Coordelia dice que «era consciente de que necesitaba tener ingresos para vivir y volvió a Inglaterra para trabajar, aunque al jubilarse quiso volver».
Su espíritu intrépido la acompañó hasta su muerte. Dio la vuelta al mundo en barco, viajó a China, a Rusia en el transiberiano y con 78 años recorrió Nepal haciendo trecking con sus hijas. Mallorca era su paraíso y remanso de paz.
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