La epidemia de peste provocó más de mil muertes en Artà.

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El profesor y decano de la facultad de Medicina de la UIB, Antoni Bennàssar, lidera una investigación única en su especie. En enero de 2020, coincidiendo con el bicentenario del episodio histórico más trágico de la historia de la salud en Baleares, un grupo comandado por este microbiólogo y la arqueóloga Francisca Cardona, se propuso localizar la cepa de la Yersinia pestis que desató la epidemia en de la Peste en Mallorca en el año 1820.

La idea era localizar en la finca de Bellpuig alguno de los cementerios que, según la documentación de la época, se habilitaron para los enterramientos de más de mil víctimas en Artà. Realizaron distintas prospecciones, pero no se llegaron a localizar los nichos. Desde entonces hasta ahora han ido recibiendo distintas muestras (principalmente dientes) de individuos localizados en distintos lugares de Mallorca en niveles de enterramiento que podrían corresponder a los inicios del siglo XIX, pero todas las PCRs realizadas han sido negativas en peste.

Cuatro años después de que arrancara la búsqueda del eslabón perdido de la última epidemia de peste en Europa, los investigadores han dado con dos nuevas coordenadas que podrían arrojar ahora algo de luz sobre su origen. ¿Cómo y desde dónde llegó a la Isla? Se cree que la peste tocó tierra por primera vez el 8 de mayo de 1820 en Son Servera.

«Llevamos años buscando, sobre todo en el archivo diocesano, pero también en los archivos municipales. En el Ajuntament d’Artà hemos llegado a conseguir dos coordenadas en las que podría estar uno de los enterramientos que se utilizaron para los fallecidos por la peste», relata el microbiólogo Antoni Bennàssar. «Hay un documento de 1849 que hace referencia al cementerio viejo de Son Servera que se utilizó durante la epidemia. Además sabemos que se hicieron allí unas obras de la escuela que acabaron en el año 1976 y es posible (esa es nuestra esperanza) que podamos localizar a algunos de los albañiles que trabajaron en la obra para que nos indiquen qué encontraron y en qué lugar exacto», resume. Al equipo inicial se les ha sumado el geógrafo Pere Fidel Castro que tiene documentados los parentescos ascendentes y descendentes de la población de Son Servera.

Aunque pueda parecer una quimera, a caballo entre la ciencia y la historia, el trabajo que lidera Antoni Bennàsar pone de relieve el valor de la bioinformática para identificar linajes específicos de aquella plaga de Peste. No en vano sigue siendo hoy una de las enfermedades infecciosas más letales de la historia de la humanidad. «Ante el avance de otras enfermedades zoonóticas cada vez es más necesaria la investigación continua de plagas, incluyendo el análisis de las muestras de humanos, pero también de poblaciones animales que ayuden a identificar determinantes ecológicos y sociales que contribuyan a explicar sus pausas», dice el experto. Aboga por aumentar las colaboraciones interdisciplinarias entre científicos y proveedores de atención médica pública y la investigación continua sobre caracterización, diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades.

Con la nueva documentación y búsqueda el equipo interdisciplinar de biólogos, antropólogos y ahora también geógrafos, ha completado un nuevo proyecto actualizado que requiere de una inversión de 40.000 euros. «Lo hemos presentado a varias convocatorias competitivas de instituciones, pero también de entidades privadas. Hablamos de poner la última pieza que completa el puzle de la última peste en Europa», reflexiona.

El pasado mes de enero el microbiólogo publicó una revisión del proyecto en la revista científica Microorganisms Journal mdpi, dentro de un número especial dedicado a los microorganismos asociados con enfermedades infecciosas. En él reconstruye el protocolo a utilizar, desde la extracción y secuenciación de la muestra hasta la consecución de los resultados.