Las poblaciones de insectos están aumentando en reservas naturales como Es Vedrà.

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Algunos territorios de España como la Rioja o Andalucía han comenzado a crear reservas de polinizadores en su territorio con el objetivo de mejorar la biodiversidad, recuperando especies que han visto especialmente minada su población por el uso de pesticidas. Es el caso de las abejas o las mariposas, ambas en claro declive en Mallorca. La Asociación Balear de Apicultores (ABA) intenta impulsar con el Govern balear y las asociaciones agrarias la creación de estas reservas de polinizadores en Mallorca. Así lo explica su presidente, Garrit Parra. La producción de miel en las Islas va disminuyendo cada año por el avance de la varroa destructor (un parásito que se cuela en las colmenas y las destruye), pero también por el uso de plaguicidas.

«Las colmenas no se pueden poner en cualquier sitio, hay que tener mucho cuidado, porque corres el riesgo de que las abejas acaben muriendo por el uso de plaguicidas. Una abeja puede llegar a volar hasta 3 km de distancia en busca de comida. Si en ese trayecto pasan por alguna finca que utilice plaguicidas, en el momento de la floración llevan el químico a la colmena que se acaba perdiendo», explica el experto.

Los pesticidas no solo matan a las abejas. Abejorros, seudoabejorros y mariposas (entre otros insectos polinizadores) están perdiendo población y una vez el insecto desaparece de un enclave por el uso de químicos no puede volver a repoblar esas zonas de manera natural. «Si se destruye una colmena es cierto que puedes mover una de otra área, pero para que los polinizadores silvestres vuelvan a repoblar áreas en las que están totalmente extinguidos es necesario que puedan llegar hasta allí sin atravesar zonas en las que se utilicen químicos», advierte el presidente de los apicultores. Ahí es donde entran las franjas de reserva de polinizadores.

En Baleares las fincas públicas actúan como reservas de polinizadores, pero en el momento en el que los insectos salen de su delimitación corren peligro de morir por el uso de plaguicidas o insecticidas. «Los problemas se dan especialmente en zonas de monocultivo intensivo. En otras comunidades como Andalucía o la Rioja ya han empezado a crear franjas de hierbas aromáticas o flores en esos monocultivos. Lo hacen porque han visto que la presencia de polinizadores aumenta la producción agrícola», reflexiona Parra.

El experto explica que cada vez es más frecuente ver en esas zonas de la Península pasillos con plantas aromáticas o flores entre los olivares o viñas, en lugar de tener tierra inerte. En Baleares, la Fundació Vida Silvestre Mediterránea es un ejemplo de gestión agrícola y ganadera sostenible. En su finca en Ariant apuesta por la agricultura y ganadería ecológicas y ha creado ‘hoteles’ para abejas y mariposas. Algunos apicultores forman también parte de la Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca cuyas fincas son un «seguro de vida» para las colmenas, pero el principal problema es que no existe una red de franjas de reservas que conecte todo el territorio. Para Garrit Parra, los incentivos para los agricultores juegan un papel clave.

A nivel público, además de realizar una gestión sostenible en las fincas públicas, el Servicio de Agricultura del Govern ha comenzado a introducir márgenes multifuncionales en una finca de Llucmajor para, en línea con el proyecto europeo Syngenta: Operación polinizador, favorecer la población de insectos polinizadores en las fincas de cultivo. El presidente de los apicultores de Baleares es partidario de que el Govern implemente además un cambio normativo. «Es necesario un mayor control institucional que incluya mejoras en financiación o subvenciones a las fincas agrícolas y ganaderas que cumplan estos términos. Si tenemos dinero público para fomentar la agricultura lo deseable es que fomente el tipo de agricultura que beneficia más», dice.

La creación de una red de franjas de reserva para los polinizadores puede ser un arma de doble filo si no se acompaña de otras medidas según Paul Colom, coordinador en Baleares del proyecto Catalan Butterfly Monitoring Scheme (CBMS). Voluntarios de todo el archipiélago colaboran con su trabajo de monitorización contando e identificando los ejemplares de mariposas que encuentran en un recorrido que repiten semana a semana. Gracias a ellos medimos el declive de especies y poblaciones de las mariposas en Baleares. «Es verdad que hay estudios que han probado que las bandas florales ayudan bastante a los polinizadores, sobre todo a nivel de conectividad, porque permiten conectar hábitats diferentes evitando la fragmentación que suponen los monocultivos, que son desiertos de biodiversidad. Pero podemos caer en la trampa de creer que eso es suficiente y seguir utilizando igualmente pesticidas», reflexiona.