Carlota García Encina, con el embajador Josep Pons.

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«No soy dramática». La investigadora del Real Instituto Elcano Carlota García Encina es prudente sobre las consecuencias de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. En una conferencia organizada por el Consell de las Illes Balears del Movimiento Europeo, analizó las posibles consecuencias para la UE del cambio en Washington, con la posible guerra comercial en primer término: «Nos va a repercutir».

García Encina señaló que, a pesar de que el Partido Republicano obtuviera además el control del Congreso y el Senado, Estados Unidos «sigue dividido y polarizado». Apunta a que hay que estar a la expectativa y que tanto las cámaras como la Reserva Federal pueden ejercer de contrapesos iniciales a un posible programa de máximos de Trump. Por ejemplo, apunta que una política de aranceles obligará a subir los tipos de interés, lo mismo que haría una deportación de inmigrantes o un crecimiento del déficit por recortes fiscales. Ahí repercutiría en el bolsillo de los estadounidenses. Lo mismo que la inflación jugó a favor de la victoria de Trump, podría volverse en su contra. Añadió que ya se atisban posibles disensiones y choques en el grupo en torno al presidente electo, con posiciones opuestas en algunos temas.

Sobre Europa, reflexiona: «Igual que Trump no es el mismo que hace ocho años y tiene experiencia e ideas más claras, la UE tampoco lo es. La Comisión es ahora un actor con mucho más peso». Así, será Ursula Von der Leyen quien sea la encargada de negociar. «Puede ser un choque de trenes o una negociación». Ahí plantea otra de las claves. «Trump es transaccional, le gusta negociar, es un hombre de negocios».

Inicios

Una muestra inicial sobre cómo pueden ser las negociaciones está en lo ocurrido el fin de semana en París en la inauguración de Notre Dame: «Hemos visto cómo los distintos líderes se han acercado. Es un comienzo». En todo caso, esa relación pasa por Bruselas: «Habrá que mirar a la UE, tiene que ser la Comisión quien represente a los socios». Plantea que incluso algunos de los dirigentes más cercanos ideológicamente a Trump, como Giorgia Meloni, son los que más chocarán ante la dependencia italiana del comercio con Estados Unidos, la más alta de la UE tras Alemania. La amenaza encima de la mesa son aranceles de un diez o un veinte por ciento a las exportaciones europeas que ahora mismo son más de lo que importa EEUU. Esa sería la principal consecuencia económica y también se dejaría notar en España. Sin embargo, esa cifra, la ve como una amenaza que se plantea dentro de una negociación y por lo tanto, una base a partir de la que trabajar.

Otro de los puntos candentes será Ucrania. «Para Europa es algo existencial y su futuro va a depender de los europeos». También en ese frente señala que existe una incertidumbre sobre cuáles serían los límites y condiciones a un alto al fuego y la posición estadounidense.