Hernán Bergas, perdió su puesto como celador en la sanidad pública por no tener el certificado de catalán. | Teresa Ayuga

TW
214

Originario de Argentina, Hernán Bergas lleva viviendo en Mallorca desde hace seis años, cinco de ellos trabajando en el ámbito sanitario y de los cuidados como celador y atendiendo a personas mayores tanto en residencias como en casas particulares. En su tierra natal era guardia de tráfico y cuando aterrizó en la Isla se formó como celador para después trabajar en Son Espases y Son Llàtzer. Sin embargo, cuando el certificado del nivel de catalán pasó de ser mérito a requisito tuvo que buscar un trabajo alternativo por no conseguir sacarlo.

Las cosas se fueron complicando para él y terminó alquilando una plaza de garaje en el Passatge son Real, junto a Reis Católics, por 100 euros al mes y viviendo en su coche dentro del aparcamiento: «He pasado todo el invierno viviendo así, aseándome en baños públicos y tirando de amigos», dice. Cuando salió de la bolsa de empleo del IB-Salut seguía estudiando, las deudas se empezaron a acumular y no pudo pagar un alquiler. Buscó fuentes de ingresos en otros empleos: «He trabajado limpiando suelos, en hoteles, bares, en el aeropuerto», narra. Luego, «trabajé cuidando a una persona, de interno en su casa, pero lo dejé para irme a trabajar a una clínica privada».

Al dejar el empleo perdió el techo donde vivía y pasó a hacerlo en su vehículo particular. Así, alquiló la plaza de aparcamiento el 21 de noviembre de 2023, donde permaneció hasta el pasado 21 de mayo, cuando se vio obligado a dejar de dormir allí por las quejas vecinales. Varios residentes de la zona habían mandado un correo electrónico a la propietaria de la plaza de garaje en el que se alertaba de la presencia de Bergas: «Buenos días, hace unas semanas nos avisaron de que en su plaza de parking, número 53, un hombre de mediana edad estaba viviendo en el estacionamiento anteriormente mencionado. Desconocemos quién era. No sabemos si usted es consciente de esta situación. El aparcamiento tiene muchos trastos. Lo ponemos en conocimiento y esperamos que pueda facilitarnos algo de información al respecto», rezaba el correo.

La plaza de garaje donde vivió durante más de medio año.

«Le dije a la dueña que las cosas que habían eran mi ropa de invierno y que se despreocupara, que las iba a retirar de inmediato. Yo creo que ella en el fondo sabía que yo vivía ahí, pero no quería generarle problemas y me fui. Sigo teniendo la plaza alquilada, pero ya no duermo allí. De hecho los días previos a irme dormí en el coche fuera, para que no hubiera más quejas». Había entablado amistad con la propietaria de un bar próximo al garaje, a la que le contó su situación: «Me dijo que su madre estaba muy enferma de cáncer y que si la cuidaba me podía quedar en una de las habitaciones».

Bergas aceptó y cuidó de la mujer hasta que falleció. Desde entonces continúa viviendo en la vivienda «de manera provisional» y trabaja en la cafetería de su amiga, mientras lo compagina con las clases, puesto que después de cuatro intentos ha conseguido entrar en el curso de auxiliar de enfermería en un centro concertado. A la espera de que se desbloqueé la situación con el IB-Salut y pueda trabajar como celador de nuevo sin el certificado de catalán, por haber entrado en la bolsa antes de que el idioma fuera un requisito, Bergas no se desprende de su coche porque supone «un techo donde vivir» en el futuro.