La Congregación de las Hermanas Franciscanas Hijas de la Misericordia ha decidido nombrar a Maria Antònia Fullana como nueva directora general de Mater, la organización del tercer sector que desde hace 60 años atiende a personas con diversidad funcional y a sus familias. Sustituye así a Bàrbara Mestre, que encabezaba la entidad desde 2020 y ahora se jubila.
«Ha hecho un gran trabajo para marcar nuevos objetivos y una estrategia que continuaremos para seguir dando servicios y recursos a nuestros usuarios», asegura Fullana, que está ligada a la entidad desde hace cuatro años porque era la directora de Serveis a Personas.
«Mi objetivo diario fue cambiar el modelo de atención a las personas, en todos y cada uno de los servicios que he acompañado, y emprendo este reto con mucha ilusión y respeto», explica la nueva directora, que está «personalmente» vinculada a los valores de compromiso, dignidad, mejora de la cualidad de vida de las personas con discapacidad intelectual y la igualdad de oportunidades». En una carta enviada a los miembros de Mater y de la congregación, destaca que defiende el objetivo de promover la inclusión laboral y social, así como trabajar por una vida más justa para todas las personas.
«Somos una entidad tradicional, donde la parte asistencial de los usuarios es prioritaria desde la fundación hace 60 años. También queremos seguir extendiéndonos hacia al ámbito de la empresa social y de la ocupación para dar respuesta a la necesidad del mercado, dando las herramientas necesarias para que las personas con discapacidad puedan elegir si quieren trabajar, por ejemplo. Dar una respuesta a sus necesidades», comenta Fullana, que apuesta por tener una visión de la atención de 360 grados.
Gran experiencia laboral
Maria Antònia Fullana, de 41 años, cuenta con una destacada trayectoria profesional. Nacida en Manacor, estuvo largos años por Barcelona antes de regresar a Mallorca en 2016, donde entró en Cáritas y luego en Aproscom, que trabaja por la inclusión de personas con discapacidad intelectual. En Catalunya trabajó en la Fundació Pere Tarrés y en el ayuntamiento, formando parte del equipo que diseñó las nuevas supermanzanas, una forma de organizar el tejido urbano a favor del peatón.
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