El precio mínimo por trayecto no baja de los 36 euros.

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Hay preocupación y expectación. Preocupación porque los taxistas tienen antecedentes de otros enclaves urbanos internacionales en los que Uber aplicó la misma estrategia de precios. En San Francisco entró la plataforma con un sistema tarifario de precios muy alto, pero con el paso del tiempo los fue bajando para competir directamente con el sector del taxi. Esta estrategia estilo dumping provocó la desaparición de muchos taxistas y luego, según indican las patronales de Balears, «se produjo una nueva subida de precios que encareció el transporte público del taxi».

En el otro lado de la balanza hay expectación, principalmente porque las sentencias judiciales en España y a nivel de la Unión Europea están despejando el horizonte a las plataformas extranjeras de VTC. Las regulaciones restrictivas que han imperado para evitar o retrasar al máximo su desembarco, ahora se están eliminando porque van en contra de la libertad de empresa.

El Govern en funciones y el que se constituirá en ciernes tienen encima de la mesa algo más que una patata caliente, ya que afecta directamente a un transporte público esencial para residentes y turistas. En lo que todo el mundo coincide es que algo falla de raíz cuando faltan taxis para cubrir servicios en las Islas o Palma.