Julio Cano, primero por la izquierda. | Gemma Andreu

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Julio Cano Antón (Madrid, 1975) ha dado finalmente el paso y aspira a convertirse en fiscal jefe de Balears. Le disputa el cargo a Bartomeu Barceló, titular de la plaza desde el año 2002 y que aspira a su quinto mandato. Ya sustituyó como teniente fiscal a otro totem del Ministerio Público en las Islas, Ladislao Roig y ahora, intenta dar un paso más de la mano de un sector de la Fiscalía, más joven. Cano lleva en las Islas desde 2004, fue casi su primer destino como fiscal y parte de sus primeros años los pasó en el área de Medio Ambiente con Adrián Salazar. Con él pasó más tarde a la especializada contra las drogas.

Desde el caso Son Banya hasta que asumió en 2020 el puesto de teniente fiscal, a los clanes gitanos se les torcía siempre el gesto durante sus informes. Interroga directo, no sube mucho el tono y es más didáctico y técnico que vehemente en sus conclusiones. «Los peces pequeños están en el banquillo, los gordos en el mar», zanjó cuando le tocó cerrar un caso de corrupción que había quedado desdibujado. En Kabul, por ejemplo, su intervención en el juicio y más tarde en el Supremo permitió salvar los pinchazos telefónicos que acabaron con La Paca .

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El mismo día que el alto tribunal tumbó la sentencia de la Audiencia, el fiscal llamó a los magistrados que se veían desautorizados para reconocerles su trabajo. Esos gestos y la capacidad para defenderse de toda la artillería de los abogados defensores le han convertido en uno de los fiscales más escuchados cuando hablan en una sala. Durante una buena temporada si había un juicio especialmente complicado era de esperar ver a Cano.

En los últimos meses ha sido uno de los encargados de la respuesta del Ministerio Público a las revisiones de condena por el ‘solo sí es sí’. El criterio que se adoptó en Balears fue luego, casi punto por punto el de la institución a nivel nacional. El día que tomó posesión, ante la fiscal general del Estado, hizo una llamada a la «concordia». Un gesto en una institución, la de la plaza de los Patines, que en los últimos meses había pasado más traumas que en las décadas anteriores. Cano, que forma parte de la Unión Progresista de Fiscales, es un melómano empedernido, que no se pierde una ópera.