Alex Valdivia se prepara para una campaña tranquila. | Jaume Morey

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Álex Valdivia (Palma, 1966) nos recibe en su casa con la mascarilla puesta, nos pide que subamos a su terraza, en donde ahora pasa tanto tiempo como durante el confinamiento, y repite encarecidamente la misma frase: «Os concedo esta entrevista, pero me niego a dar pena. Yo no soy así. Si me pongo lacrimógeno, paráis, me lo decís y volvemos a empezar. No os pido nada más», señala, mientras se sienta, sirve dos vasos de agua y nos mira expectante. Toca empezar esta entrevista.

Desde enero está en tratamiento contra un cáncer de próstata con metástasis, y lleva ya seis ciclos de quimioterapia. Pero el diagnóstico y las secuelas del tratamiento no le impiden nadar a diario en aguas abiertas, su gran pasión, y haber aceptado el difícil reto de liderar la lista de Ciudadanos al Consell de Mallorca. ¿El motivo? «Sé que podemos ser decisivos. Además, si dejas de pedalear un momento, te caes. Y yo me niego en rotundo a dejarme caer. Los que me conocen ya saben como soy», afirma rotundo.

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Álex Valdivia, en un momento de la entrevista.

Lleva casado desde hace 13 años con su pareja, Juan, que vive a caballo entre Madrid y Palma; es un ávido lector de The Economist desde hace 32 años; y, como tantos otros ciudadanos anónimos, lleva meses luchando contra un cáncer. Apunta que no es la primera vez que su familia ha vivido una situación similar: «Mi hermano tuvo el mismo tipo de cáncer en 2019, y ahí está, viviendo en Estados Unidos y con revisiones periódicas. Me siento tranquilo. Aquí hay partido para seguir adelante», explica. Y hace hincapié en que no quiere que la entrevista sea política: «Es muy importante la prevención de este tipo de tumores. Hay que hacerse revisiones, mirarse la PSA, es la mejor medicina. Que no os pase como a mí», recalca.

Valdivia estudió Económicas y Turismo en la UIB, curso un máster en Asuntos Europeos por la Universidad Libre de Bruselas, y otro en Políticas por la UOC. Inició su carrera laboral en comercio exterior y gestión hotelera en el extranjero. Ha residido en Estados Unidos, República Checa, Tanzania, Grecia, Bélgica y Alemania y habla seis idiomas. En el año 2000 decidió volver a Mallorca por motivos personales y trabajó como técnico superior de la CAIB, especializándose en análisis económico y relaciones con la Unión Europea.

Militó en el Centro Democrático y Social de Adolfo Suárez entre 1987 y 1993, y no fue hasta veinticinco años después, asegura, «cuando Ciudadanos me devolvió la ilusión por la política como medio para transformar y reformar pensando a largo plazo». Hasta ahora ha sido un militante de base que no ha ocupado cargos, por eso resulta extraño que dé este paso adelante en un momento tan delicado. «Quizá por los meses tan duros que arrastro, he aceptado la propuesta de Patricia Guasp. Estoy más cansado, más sensible, tengo la piel seca y sé que este año no tendré las fuerzas suficientes de recorrer Mallorca a nado de nuevo. Pero sí las tengo para llevar a cabo una campaña al Consell en positivo, sin broncas ni sal gorda».

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Su familia y amigos le apoyan, aunque ya le han sugerido que esperan que «sepa parar cuando no tenga fuerzas», pero Álex Valdivia lo tiene claro: «No me quiero quedar encerrado en casa entre cuatro paredes. Al día siguiente de las elecciones es mi cumpleaños, cumpliré 57 años, y tanto si logro el escaño como si no, seguiré aquí, seguiré vivo. Eso es lo verdaderamente importante», finaliza.