La escritora y activista catalana Desirée Bela-Lobedd, ayer en Palma. | Emilio Queirolo

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Desirée Bela- Lobedde (Barcelona, 1978) es una de las voces más reconocidas en materia de racismo. Enseña a ver el mundo a través de las gafas antirracista, aunque confiesa que «agota» en una sociedad a la que le cuesta reconocer que el racismo existe y nunca se ha erradicado. Tras el éxito que tuvo con Ser mujer negra en España (Plan B, 2018), ahora va más allá con Ponte a punto para el antirracismo, una guía de consejos útiles para iniciar la alianza antirracista que ayer presentó en la Llibreria Rata Córner, de la mano del ecosoberanista Guillem Balboa.

Tengo la sensación de que España es un país pobre a la hora de hablar de racismo en todas sus vertientes y pocas referencias tenemos para cambiar las cosas. Pero con la guia que acabas de publicar, parece que todavía estamos a tiempo de curar esta enfermedad
—Lo cierto es que tenemos personas, pero estamos muy invisibilizadas. Hay gente que está haciendo un montón de cosas pero es ahora cuando hemos empezado a recopilar todo en libros. Tenemos a muchas, como Lucía Asué Mbomío. Es cierto que yo también siento que Estados Unidos lo fagocita todo, así que siempre que buscamos referentes cruzamos el charco con Angela Davis o Malcom X.

¿Cuándo se puso las gafas antirracistas y empezó a ser un agente del cambio?
—Es difícil decir cuándo porque no hay un momento determinante, sino que fue una cuestión gradual. Siempre ha habido cuestiones de racismo, y las he vivido, pero la idea, a lo mejor, de decir que quiero hablar de esto fue a partir de Ser mujer negra en España, cuando siento la necesidad de sacar temas que me atraviesan. No fue tanto que me pusiera las gafas ahí pero sentí que debía de compartirlo.

Con su obra Ser mujer negra en España abre el melón del racismo sistémico, de la supremacía blanca, y sobre todo de la cantidad de estereotipos que sufren las personas negras, más aún si eres mujer negra. Pero en su nuevo libro, he notado cierto resentimiento, como que se ha visto obligada a reiterar que hay racismo en España y no se acepta
—Si con Ser mujer negra en España lo enfoco más a mi experiencia, mezclado de algo histórico, en Ponte a a punto para el antirracismo pasa al revés, me centro en conceptos y lo ilustro con ejemplos del día a día. Pero ese resentimiento es cierto. Me parecía interesante poder ahondar con este último libro los temas de la supremacía blanca o el privilegio.

¿Cómo podemos trabajar en la educación antirracista?
—No lo sé. Nos falta mucho. Como país, estamos muy mal y al principio de todo. Los países occidentales se consideran la cuna de la democracia y de los Derechos Humanos, pero cuando llegan discursos que son todo lo contrario, rompen los esquemas, van a los cimientos de lo que hemos aprendido, de lo que hemos dado por sentado. El otro día me preguntaban en varias entrevistas sobre la educación antirracista, pero no podemos poner el foco en el sistema educativo solamente, ni en los niños. Es complicado hacer ver a los centros que la educación antirracista no va de corregir lo que sucede en el colegio, sino de análisis, de prevención, de modificar las cosas, de cambiar la perspectiva. Las personas adultas necesitan formación antirracista.

¿Por qué hay tanta resistencia en hablar de antirracismo, y en cambio nos llamamos 'no racistas'?
—Hay personas que creen que el antirracismo es racismo pero al revés, que ser antirracista es ser antiblanco y no es así. Haciendo el símil con el machismo y feminismo, hay hombres que ven el feminismo como ser antihombres y siento que con el movimiento antirracista pasa lo mismo, pero lo cierto es que va contra las estructuras desiguales que benefician más a las personas blancas y perjudican, por lo tanto, a las que no lo son. El antirracismo va de justicia social y de equilibrar este sistema que históricamente ha estado desequilibrado por la jerarquía racial.

En la guía menciona el racismo en la estética, como el maquillaje o en el peinado de las mujeres negras, del racismo en nuestra forma de apoyar una causa, a la que llama racismo performativo, a la hora de conversar, incluso en la música. ¿Cómo deconstruir tantos estereotipos?
Educándonos. La gente cree que con no ser racista es suficiente, pero lo cierto es que te tienes que reformar para poder descubrir e identificar estas cuestiones. Hay que leer, seguir a activistas antirracistas, formarse, pagar cursos. Sin embargo, observo en la sociedad que la equivocación tiene muy mala prensa. ¿Quién quiere reconocer que está haciendo las cosas mal? Si fuéramos una cultura con otro tipo de relación con el error y la equivocación, sería distinto.

Ha dicho en varias entrevistas que no se siente encajada en esta sociedad. ¿Ha llegado ya la hora de sentir que sí?
—Una entiende y acepta que no va a encajar, en el sentido de que no voy a ver un cambio. Pero el hecho que sepa esto y sea consciente, no quiere decir que no vaya a trabajar para que el cambio pueda suceder. Escribo porque quiero erradicar la discriminación, creo en la justicia social y porque siento que quiero hacerlo. Lo hago porque mi forma de aportar mi granito de arena genera una mayor conciencia y ayuda a la gente que sí quiere acercarse a estas cuestiones.