La pediatra neonatóloga Rosa María Funes.

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La pediatra neonatóloga Rosa María Funes, jefa de servicio del hospital Príncipe de Asturias de Alcalña de Henares, habla este viernes en el Col·legi Oficial de Metges sobre cómo comunicarse con los adolescentes durante la VII Jornada Balear de Actualización de Pediatría de Atención Primaria.

¿Son los adolescentes de ahora iguales que los de hace 30 años?
—Son iguales pero ahora tienen el altavoz de las redes sociales y todo lo que piensan y dicen (las mismas tonterías) trascienden mucho más. Han cambiado en que son más tecnológicos.

Se han disparado los problemas de salud mental, pero dicen que ya se veía antes de la COVID.
—La pandemia ha sido la gota que ha colmado el vaso pero ya viene de antes. Los pediatras ya veíamos muchas alteraciones del comportamiento, patologías del ámbito psicológico o psiquiátrico y la COVID lo sacó a la luz.

¿Qué está pasando?
—Reciben mucha información de temas que no son adecuados para su edad. Hay una sobreexposición a la violencia, la sexualidad, a mentiras y falsedades, a odios... Son informaciones que distorsionan la realidad, hacen que tengan ideas equivocadas y desembocan en ilusiones que no se cumplen. Quieren imitar comportamientos, lo que termina en una frustración. Yo le llamo tristeza digital. Al final se dan cuenta pero tardan.

¿Hay manera de controlarlo?
—Estamos un poco perdidos poniendo puertas al campo. Es un problema que está ahí, que se puede ver, pero que nadie lo controla, quizás porque no interesa. Nos pasan a los padres esta responsabilidad y se nos escapa porque no todas las familias tienen medios o entienden este mundo tan tecnológico.

¿Se les puede dar algún consejo?
—No hay instrucciones. Hay que estar cerca, acompañarles, no quitar importancia a lo que cuenten, charlar, reírnos con ellos, ver sus vídeos, conocer el mundo en el que se mueven. Sería bueno ver su teléfono con ellos pero es difícil. Hay que explicarles las cosas como son, decirles por qué no deben estar tanto tiempo con el teléfono, para que, más adelante, manejen o entiendan esa información.

¿Es bueno controlarles los dispositivos?
—Hay que poner límites y denegar ciertas cosas. Los adolescentes se comunican de una forma diferente a la nuestra. Les gusta más el audio, lo escrito, te mandan historias, capturas de pantalla. Les encanta los GIF, los stickers, los vídeos cortos (cuanto más mejor)... No hablan de tú a tú, con una charla tranquila, con improvisación.

Eso no puede ser bueno para la comprensión lectora.
—Es fatal. Los menores de 6 años no deberían ni oler las pantallas. Se las han comido toda su infancia y no es lo adecuado. Leer es una actividad que ha bajado mucho, incluso en los adultos. Los niños imitan y ven a sus padres con móviles o pantallas, se contagian. La lectura es algo que aporta mucho al neurodesarrollo, con 10 minutos al día hay un añadido brutal de vocabulario y lenguaje.

Habla también de la intolerancia al fracaso como consecuencias del uso de las redes.
—Los jóvenes de hoy quieren gustar, tener likes, ser como sus líderes de opinión. Se creen lo que ven en las redes y cuando ven la vida real no aceptan la frustración. Muchos niños y niñas cuelgan una historia divertida cuando en realidad están tristes o en un momento pésimo. Intentas explicarles que la vida no es tan bonita como la pintan los youtubers.

¿Hay un exceso de uso de pantallas?
—Sí pero porque es un mundo maravilloso y adictivo con juegos, series a demanda y contenidos que enganchan. Son capaces de estar horas frente a una pantalla porque es divertido. No sé si les resta tiempo para otras actividades pero en muchos casos hay un abuso. Las pantallas son una distracción, de hecho está demostrado que cuando se usan para trabajar o estudiar, te terminas distrayendo con otra cosa. Favorecen la pérdida de memorización o de retención.


¿A partir de qué edad se debería tener un móvil?
—A mí no me gusta poner una edad pero cuanto más tarde mejor. Eso sí, como regalo de comunión, a los 10 años, es prontísimo. Cada niño es un mundo. Los hay que son capaces de tener límites y los hay para los que es una atrocidad. Cada vez se accede antes, la gente no es consciente de que está dando una arma muy peligrosa a un niño. No les daríamos un puro, o un cuchillo, pero sí les damos un teléfono que puede hacerles añicos.

¿Los colegios son unos aliados?
—Siempre acabo las charlas diciendo que hay que meter salud digital en las escuelas. Muchos colegios pasan a la pantalla y es importante saber que a veces provocan malos hábitos como es el sedentarismo o insomnio… Hay que aprender a usarlo.